Llevo diez días aquí resguardada, ordenadita, respetando mi disciplina, manteniendo la casa ventilada, los objetos desinfectados y la sonrisa intacta. Tal cual les escribo. Me he portado, como no podía ser de otro modo, muy bien. Claro que el margen de error era mínimo. He estado pendiente del exterior para no perder el hilo de la realidad, porque la realidad no es la que yo he dirigido, la realidad está ahí fuera, con ustedes, y muchos aún no se han enterado, aunque cada vez son más los que se amparan bajo el paraguas de la prudencia. Esto no es una broma y además tiene un tiro seguro, y es hacia la bolsa de paciencia. Va para largo y lo sabemos, otra cosa es que lo obviemos, así que paciencia intocable y mente abierta, ingredientes indispensables para disfrutar en este nuevo escenario de la supervivencia. Lo importante, sobre cualquier otra cuestión, es no pasarlo mal; y lo necesario, estar convencidos de lo mucho que nos queda por hacer. Así que, tras diez días de clausura, salgo. Salgo a coger el hilo por donde lo dejé y a seguir con el objetivo de ser feliz junto a todos los que me rodean. Junto a ustedes también. Gracias por la compañía.