Pedro Casals era excelente escritor, gran profesional y un amante verdadero de la vida, que es aquel que tiene capacidad para gozarla siempre con moderación. Era para mí una representación del ‘seny’ catalán (estilo ya casi perdido), pero sobre todo un amigo. El buen amigo de veras suele practicar la generosidad del consejo, y entre los de él recibidos hay uno que me ha ayudado mucho en la vida de escritor. Andaba yo entonces algo apesadumbrado porque los muchos quehaceres me dejaban poco tiempo para la literatura y él me dijo que eso era debido a que no valoraba lo bastante esa tarea, y cuando lo hiciera ella misma se encargaría de anteponerse a otras para tener su tiempo. Entendí y seguí su consejo, me lo recuerdo a cada poco para actualizarme y lo he rebotado a no pocos colegas. Ese tipo de amigos que encima te dan buenos consejos nunca se van del todo y los sigues teniendo cerca.