Juguemos a imaginar. Imaginemos que mañana el Gobierno establece que las personas trabajadoras entre 45 y 55 años tienen derecho a 1000 euros al mes que se recaudarán entre el resto de personas trabajadoras. Además, tendrán derecho a 10 días más de vacaciones anuales, que también cubrirán el resto de personal, IVA reducido en productos de alimentación, descuentos del 50% en aparcamientos públicos y preferencia en servicios públicos tipo escuelas de educación infantil, centros deportivos o bibliotecas.

Mi primer pensamiento, yo que estoy en esa franja de edad, sería «¡Qué disparatado! ¿Cómo es posible que una parte de la sociedad se vea tan recompensada, y más a costa del esfuerzo y los beneficios del resto?». Pero todo sería llegar mis primeras abultadas nóminas, disfrutar de todos mis privilegios, ver a otras personas coetáneas disfrutarlos, y empezar a no parecerme tan mala idea, es más, creo que hasta tendría argumentos para justificarlo. Y ya podrían los otros tramos de edad quejarse, protestar o manifestarse, que me mantendría firme y exigiría al Gobierno que mantuviese las mejoras, porque, claro, «mi franja de edad es la que mantiene al país y sin ella el mundo dejaría de girar».

¿Exageración? No, esa es la reforma laboral de 2013. No se trata de discernir si la patronal es mejor o peor, si no de que el Gobierno del PP le dio la capacidad de mejorar sus beneficios a costa de las personas trabajadoras. Se le puso en bandeja el poder en la negociación colectiva, y privilegios que no habían soñado, como por ejemplo reducir plantilla solamente con ‘pensar’ que iban a tener pérdidas. Desde entonces se han hecho manifestaciones, concentraciones y hasta una Huelga General, pero las manos que manejan los hilos de la economía no estaban muy dispuestas a soltar los privilegios que les había otorgado quienes, por otra parte, son garante de los derechos de TODA la sociedad.

Y aquí estamos en 2021, donde CC OO, sindicato al que pertenezco, junto a la CEOE, UGT y el Ejecutivo estatal, llevan meses negociando que unos pocos cedan el poder ‘divino’, para compensar el equilibrio en las relaciones laborales, ese que, en aras de la justicia social y la equidad, el Gobierno nunca debió poner en manos exclusivamente de una parte de la balanza. Así que a mí y a mi Organización nos resulta sorprendente y, en cierto modo, infantil que haya voces minimizando el objetivo conseguido y centrándose en aquello que no se ha reformado. Claro que hay cuestiones por mejorar, claro que aún hay trabajo por hacer y terreno que recuperar de aquel recorte de libertades que supuso la modificación de reforma laboral aprobada en 2013, pero no es justo ningunear el logro conseguido. Hace una semana la balanza estaba totalmente inclinada hacia la patronaL; ahora las personas trabajadoras, los sindicatos, estamos más cerca del equilibrio.

Porque quien solo ve lo que falta se pierde la percepción global de lo que sí se ha ganado. No verá que desaparece el contrato por obra y servicio, que se limita la temporalidad a 24 meses frente a los cuatro años actuales y que eso reducirá, en mucho, la temporalidad en el empleo. Tampoco se dará cuenta de que se integran en el estatuto de los trabajadores los ERTE como herramienta para evitar la pérdida de empleo, que ha demostrado sobradamente su eficacia. Y esto solo es una pequeña muestra, porque esos cambios también influyen, por ejemplo, sobre el SMI. Al incrementarse evitará la tentación de subcontratar actividades para abaratar costos, algo que conocen bien las trabajadoras y trabajadores de las concesionarias y Servicios Públicos de la Región de Murcia, porque le pese a quien le pese, las subcontratas no reparten el trabajo, precarizan las plantillas.

Es importante conocer los hechos, los cambios antes de hablar, no sea que ninguneando el nuevo texto solo se consiga dar pábulo a quienes no les interesa ningún tipo de reforma y que de esta manera no salga aprobado el Real Decreto y paguemos los que siendo más no tenemos el control, manteniendo así los privilegios de unos pocos sobre la renovación del convenio, el descuelgue, los derechos laborales...