Hay pandemias institucionales que también rebrotan a cada tanto, como la del abuso de inocentes en la Iglesia católica. Sería partidario de trazar una raya e ir cancelando antecedentes a la institución como tal (sin perjuicio de responsabilidades individuales y compensaciones) si en el propósito de la enmienda se incluye alguna señal de relajo en la secular obsesión eclesial con el sexo; porque, nadie se engañe, asuntos como el celibato forzoso, la inhabilidad de la mujer para el sacerdocio, cierta homofobia, el combate a los anticonceptivos por permitir placer sin procrear o la risible doctrina de la inhibición del placer en la procreación misma (en el fondo no menos perversa que la restricción de oxígeno en el orgasmo) son facetas de un mismo poliedro. Verán cómo respetando el fluir natural y saludable de la bendición divina del sexo todo mejora en esa casa y al final en la de todos.