Ya es nochebuena. ¡Dios, lo que nos está costando llegar al final del año! Es como si fuéramos de diesel y nos hubiesen puesto gasolina. No se rían. Saben que llevo razón. Vamos ralentizados hacia el desfiladero del 21 y queriendo verle la cara al 22. ¡Quién sabe lo que nos estará esperando! Yo llego con la casa limpia y también con limpieza hecha a fondo de personas que presumían de estar cerca y hoy pueden presumir de estar lejos. De objetos también. ¡La de tonterías que somos capaces de amontonar en 365 días! Basura. Así que, para no decepcionarnos, este año de incertidumbre termina con incertidumbre. Hasta nos va a regalar la fortuna de imaginarnos cenando con la familia la noche más buena, porque así nos lo han enseñado. Digo imaginando porque muchos optamos por no correr riesgos, o mejor dicho por no poner en riesgo a quienes más amamos. ¡Así es el momento que nos ha tocado vivir! Ni pavo, ni centollo, ni peleas por la última almeja… ni pasados de cava. Eso sí, con lo corazones latiendo y en modo explosión mandando mensajes de cariño a quienes se lo ganan a pulso todos los días: mi familia, mis amigos y tú. Feliz Navidad.