Ignacio Echeverría, ‘el héroe del monopatín’, por lo visto ya en vida reunía cualidades suficientes para ser considerado un santo. No al estilo beato místico, sino las propias de alguien que siendo de carne y hueso, con una vida ordinaria e integrada en el mundo, tenía inquietudes elevadas. 

Las circunstancias de su fallecimiento (las de su asesinato en un ataque terrorista), tan absolutamente heroicas y excepcionales, defendiendo a otros del ataque de unos yihadistas mientras el resto del mundo huía, hicieron que esas virtudes, hasta entonces escondidas bajo la apariencia de una buena persona sin más, se pusieran de manifiesto en toda su magnitud. Ese acto de heroísmo hizo que su sacrificio pasara de ser algo triste a algo grandioso. 

A la luz de aquel gesto heroico, que pagó con su vida, se trajeron a colación numerosas facetas de su personalidad, lo cual, unido a otras circunstancias posteriores a su muerte, ha hecho que se ponga sobre la mesa la posible apertura de su causa de canonización. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus hermanos. 

Igual que la de Ignacio Echeverría, existen historias de personas que entregan su vida a un bien mayor. En Italia, la mafia ejecutó a los Jueces Falcone y Borsellino, que lucharon contra las maniobras mafiosas hasta sus últimos momentos. Sabían que les costaría la vida, pero siguieron adelante. En España tenemos a Pau Donés, ejemplo de resignación heroica ante la adversidad, a pesar de que estaba en la flor de la vida, que era una persona de éxito, y que, de no haberse cruzado el cáncer en su vida, cualquiera le podría augurar continuar con su carrera de éxitos. Sin embargo, se despidió de este mundo dando las gracias, en vez de pidiendo cuentas. Santa mansedumbre, que dice el Evangelio. 

Cualquiera de estas historias nos habla de la grandeza que habita en el corazón humano. De que el bien existe, aunque no haga ruido, y que son muchas las personas de buen corazón, invisibles como Ignacio Echeverría, pero que dan un sentido profundo a su paso por la tierra. Que el bien triunfa y que son más las personas buenas que las que traen dolor de cabeza.

La Navidad es celebrar que ha nacido Dios para traer al mundo paz y bien. Como dice nuestro amigo José Luis, estos días Jesús busca posada, hagamos que la encuentre en nuestros corazones. 

Feliz Navidad.