Como ya se sabe, la lluvia se prodiga poco en Murcia, pero cuando lo hace siempre regala un precioso arco de colores brillantes que fascinan a todo aquel que se asoma a la ventana. En estos momentos, hay otro arcoíris por las calles de la capital, que nada tiene que ver con los chubascos y sí con la incapacidad y la negligencia política.

El transporte público se ha vestido de bonitos colores (aunque la mona se vista de seda, mona se queda) con distintas concesionarias y destinos, que no han evitado el caos con el que se está prestando un servicio esencial para las personas que viven en el casco urbano y para las que vienen de pedanías y de otros municipios. Han pasado más de quince días desde el nuevo sistema y, pese a que se han hecho ciertos ajustes, no se han solucionado problemas graves como el bono de estudiantes para la capital o los trayectos a pie que deben hacer ciertos residentes para llegar a las paradas que antes existían más cerca de sus domicilios.

Todo al final es cuestión de dinero, el que no tienen ni las arcas de la Comunidad ni las de los Ayuntamientos, empezando por el de la capital y siguiendo por los de su área metropolitana, que ven día a día cómo crece el descontento de la población a la que representan. El Gobierno local de Murcia ya ha estallado contra la Comunidad Autónoma por la falta de fondos para sufragar el bono universitario en la capital, mientras sí se paga a Ayuntamientos de otros municipios, una discriminación que considera del todo inaceptable.

El Gobierno regional siempre se ha mostrado cicatero con Murcia municipio. Ni siquiera cuando era alcalde de Murcia Miguel Ángel Cámara, el mandatario más votado de España porcentualmente, se mostró generoso con el transporte de Murcia. Es más, le propinó recortes impensables para una capital que mueve cifras millonarias en el transporte público. Tampoco con Ballesta se arregló el asunto, un alcalde que pudo comprobar las dificultades de financiación para un servicio que sigue siendo un desastre, una situación a la que él contribuyó cuando era consejero de Transportes.

Ahora, le llega el turno a José Antonio Serrano, que por los antecedentes conocidos no se las debe prometer muy felices. Sin duda lo intentará, y en la agenda que lleve ante el presidente de la Comunidad Autónoma, Fernando López Miras, con quien se reunirá en próximas fechas, apuntará en letras gordas la financiación del transporte público y el resto de competencias impropias.

A la vista de que no logrará mucho del Ejecutivo regional, siempre puede aspirar a que Murcia sea la capital del arcoíris, un título que estaría justificado por los bonitos colores de los autobuses. Otros intentaron hacer del municipio capital de otras cosas: de los búhos, de los Erasmus, Capital Verde Europea, etc. No lo consiguieron. A lo mejor Serrano tiene más suerte. Por nadie pase.

Teléfonos móviles. El ayuntamiento de Murcia tiene a disposición de funcionarios y personal de confianza centenares de líneas de telefonía móvil, que son sufragadas por el erario público. En algunas ocasiones, incluso, les han dado aparatos, que deben ser devueltos cuando así lo estime oportuno el servicio que los gestiona. Estos días está siendo comidilla en los pasillos municipales una devolución muy curiosa de hace unos meses de uno de los terminales. Y es que un cargo de confianza del concejal mano derecha del anterior alcalde ha devuelto un aparato viejo y no el que se le asignó, lo que ha causado cierto revuelo en los grupos municipales.