Hace unos años seis londinenses aceptaron los términos de uso de una wifi gratuita en una cafetería sin darse cuenta de que estaban dando a la empresa proveedora sus hijos primogénitos, existentes o futuros, por la tontería de no leer las cosas. Entonces ¿cuales son los términos y condiciones en los que estamos viviendo? Porque creo que los damos por supuestos, sin saber.

La Constitución Española de 1978 significa la primera vez en la historia contemporánea de España en que un cambio de régimen se produce de manera pacífica y estrictamente legal. En 1978, por primera vez, construimos una nave a gusto de todos sin que fuera enteramente de nadie. Con una redacción concisa, moderna, que la mantiene vigentey que permite, por ejemplo, que encaje perfectamente el matrimonio igualitario sin modificar una coma. Algo que no estaba en la mente del legislador se establece como posibilidad dentro de la Carta Magna.

En sí y tomada en su conjunto es un programa de sociedad bastante avanzado, pero hay que tomarla entera, cuando nos conviene y cuando no, porque ese es el pilar fundamental del pacto. Por ejemplo, frente al derecho de los padres a educar hay que recordarles la obligación de que esa educación sea en valores constitucionales y guardando el pleno desarrollo de la personalidad del educando, aunque esa personalidad no le guste a los padres. Y viceversa. Frente al derecho de la propiedad privada hay que recordar que toda la riqueza del país está subordinada al interés general. Y viceversa.

Ante quienes defienden la centralidad sin autonomías yo quisiera verles con un régimen como el de la Restauración, por ejemplo. Ante quienes se quejan de un defecto de pluralidad nacional quisiera verles yo durante la I República, sin ir más lejos. A los que se quejan del garantismo del sistema de derechos quisiera verlos yo sin esas garantías, como en la dictadura de Primo de Rivera o en la de Franco.

Lo más importante es que la Constitución es españa y cualquier cosa que la contradiga no lo es, por más que se invoque España en esa idea. España empieza y termina en la Constitución porque está incluida la reforma de la misma y de la idea de España. Eso es así porque es un pacto del que somos tenedores y guardianes y nos va mucho de nuestro futuro. Es nuestro derecho y nuestro deber exigir que el Estado social, democrático y de derecho que ahí se dibuja se desarrolle en toda su extensión: desde el derecho a la vida, que es fundamental, al derecho a una vivienda, a un trabajo o a una sanidad dignas, que son principios rectores. Cuando eso no se intenta cumplir se están riendo en nuestra cara y no deberíamos permitirlo.

Claro que para saber de qué se ríen, de qué va el chiste, qué nos quitan y a quién hay que partirle la jeta por gracioso primero hay que leerla y comprenderla. Así no tendremos que dar nuestro derechos, ni nuestro primogénito, a cambio.