Del 4 al 25 de noviembre ha vuelto a celebrarse en Cartagena el Festival de Jazz que había sido interrumpido durante dos años por la pandemia.

En esta ocasión hay que destacar algunos nombres femeninos interesantes tanto por su larga trayectoria algunas, como por su novedad y su juventud, otras

Entre las veteranas, la israelí Noa, ha pasado por el festival para presentar su último trabajo: un homenaje al jazz titulado Afterallogy, junto al guitarrista Gil Dor, su compañero musical desde hace treinta años. La cantante ha sabido fusionar con maestría y con su portentosa voz influencias muy variadas del pop, del rock y finalmente del jazz, como demuestra este último trabajo, sin dejar de lado en ningún momento sus raíces judías yemenitas que están presentes en toda su creación artística.

Martirio, otra de las históricas, se ha unido al inmenso pianista, compositor y arreglista Chano Dominguez en un nuevo proyecto, para homenajear a Bola de Nieve, el compositor e intérprete cubano de los años 30, creador de canciones como Duerme negrita, Vete de mí, Ay amor’ o Alma mía. Sin alejarse del flamenco y la copla, lugar en el que se siente más cómoda, se adentra de la mano de Chano en la disciplina jazzística para interpretar estas viejas y bellas canciones. La fusión vuelve a estar presente en este interesante trabajo.

Pero vayamos a destacar a las más jóvenes que, posiblemente, son más desconocidas.

El alma inquieta de la chelista Dom La Nena, que a pesar de su juventud tiene un amplio currículo artístico. A sus treinta y tres años cuenta ya con cinco trabajos editados. De Porto Alegre (Brasil), donde nació, a Buenos Aires (Argentina) y por último París, donde reside en la actualidad. Este nomadismo no ha tenido otra finalidad que la de ir progresando en el mundo musical en el que ha tenido tiempo de adentrarse en diversas disciplinas: desde la música clásica, con la que comenzó, a cuestas con su violonchelo, al pop, al rock, jazz y folklore; y en los distintos idiomas que domina: portugués, español, francés, italiano e inglés, lo que le abre, sin duda, un mercado musical muy amplio. Comenzó tocando para otros intérpretes como la actriz y cantante Jeanne Moreau o el francés Étienne Daho, antes de emprender carrera propia, pero una vez inmersa en su propia creatividad nos ofrece un resultado incomparable y difícil de encasillar dentro de cualquier estilo.Con frecuencia, sola en el escenario, acompañada con el violonchelo exclusivamente, nos deleita con sus delicadas y originales melodías llenas de nostalgia, de saudade, una experiencia única que no se asemeja a nada de lo que hayamos escuchado hasta ahora.

La jovencísima sevillana María Yfeu que, con solo veintidós años, ha sido capaz de hacerse ya un hueco dentro del mundo del jazz con canciones y arreglos propios que recuerdan épocas pasadas. Sus canciones se adentran en el soul, el rythm and blues y el jazz, más clásicos, erigiéndose en cada uno de estos estilos como heredera de las más consagradas figuras de cada uno de ellos, como Billie Holiday, George Benson, o el mismo Van Morrison; y a otras intérpretes más actuales como a la desaparecida Amy Winehouse, en los momentos más desagarrados o a la portuguesa Luisa Sobral en los registros más dulces. Su belleza y su sencillez en el escenario son otro de los atractivos que no debemos perdernos.

Andrea Motis nos dejó con la miel en los labios al suspender su concierto programado para el 19 de noviembre por problemas de salud. De admirable precocidad, la trompetista y saxofonista, de veintiséis años, comenzó su formación a los siete de la mano de Joan Chamorro en la Escuela Municipal de Música Sant Andreu, de Barcelona, de donde han salido otros precoces músicos y músicas a muy temprana edad como Alba Armengou, Rita Payés o Elia Bastida, un eficiente trampolín para jóvenes creadores y, sobre todo, creadoras, teniendo en cuenta que dentro de la disciplina jazzística las mujeres lo han tenido mucho más difícil más allá de la interpretación vocal.

Andrea, ya a los doce años, entró a formar parte de la banda de jazz Sant Andreu Jazz Band, dirigida por su maestro. Con esta formación ha grabado ocho discos. También cuentan en su haber innumerables interpretaciones en directo con nombres de la talla de Wycliffe Gordon o Jesse Davis. Pero Motis no solo destaca como intérprete de jazz, sino también como compositora. Uno de sus primeros trabajos como creadora de sus propias canciones, Emotional dance (2016), ha sido grabado en New York y producido por, nada menos, que Norah Jones y Gregory Porter.

No nos gustaría finalizar sin referirnos a O Sister, un grupo de swing que recrea la edad de oro del jazz vocal, la música popular de los años 20 y 30 en Norteamérica, aunque tenga su origen en Sevilla en el año 2008. La formación aglutina como trío de voces a Paula Padilla (contralto), Helena Amado (soprano) y Marcos Padilla (tenor), junto a Matías Comino a la guitarra. Posteriormente alcanzan su composición actual, a la que se añaden el contrabajo de Camilo Bosso y la batería de Pablo Cabra, acentuando el peso rítmico de un tipo de música animada y propicia para el baile, atractiva tanto para aficionados al jazz como para el público no tan familiarizado con este género. O Sister es un homenaje a los grupos femeninos de aquella época, como The Boswell Sisters, pioneras del swing vocal cuya influencia sería más tarde reconocida por artistas de la talla de Ella Fitzgerald.

Nuestra enhorabuena a este festival que demuestra que no es tan difícil, a poco que se intente, articular una programación en la que las mujeres adquieren el justo protagonismo que se merecen. Ellas están ahí, solo hay que escucharlas y contar con ellas.