La mayor victoria reciente del movimiento político antimigratorio no es gobernar, es influir sobre los que gobiernan». Esta frase no es mía, pertenece a un estudio presentado este jueves en Madrid, sobre quién lidera el debate migratorio en el Congreso de los Diputados, elaborado por la Fundación por Causa, coordinado por Gonzalo Fanjul e Iñaki Gonzalo y el think tank Political Watch que analiza la actividad parlamentaria de sus señorías. Les recomiendo su lectura: La política del miedo. Una radiografía de la narrativa de las migraciones en el Congreso de los Diputados.

¿Adivinan qué grupo parlamentario a liderado el debate sobre migración en esta legislatura? Nada más y nada menos que Vox con 1013 iniciativas parlamentarias, seguido por el Partido Popular con 329, Cs con 52, muy por detrás el PSOE con 42, o Podemos con 36. La extrema derecha habla de migraciones en un tono xénofobo que señala a los más débiles, a las minorías, migrantes y refugiados; para ellos son una amenaza a la identidad nacional, vienen a invadirnos, hablan de efecto llamada, la islamofobia… Ante esto, PP y Cs por miedo a perder electorado se han dejado arrastrar por este discurso.  

Enfrente tenemos una izquierda que no es capaz de liderar este debate. Ángel Villarino decía esta semana en El Confidencial que utiliza ‘la técnica del avestruz’ en vez de trabajar en un discurso integrador, con propuestas para agilizar y facilitar la regulación de la población que está en nuestro país cuidando de nuestros mayores o trabajando el campo. No son capaces de cambiar la narrativa migratoria actual por una en positivo, porque la migración influye directamente en la economía de nuestro país y no son capaces de hablar de ello, ni tampoco son capaces de hablar de una renovación demográfica, ante una población en nuestro país cada vez más envejecida, ni de una sociedad diversa y abierta. La izquierda se limita a contestar a las provocaciones y ataques de una extrema derecha que sólo quiere desgastar al Gobierno, repitiendo su mensaje simplista para conseguir su propósito y, lo peor, lo están consiguiendo y no estamos haciendo nada para pararlo. 

Amplificamos sus consignas al indignarnos, les servimos de altavoz e influyen sobre nuestros Gobiernos autonómicos, y si no que se lo digan a los madrileños. Esta semana se aprobaban los presupuestos generales de la Comunidad de Madrid gracias a Vox. La extrema derecha puso c0mo condición trece puntos para dar luz verde a las cuentas y adivinan cual era uno de ellos: revisar los costes y subvenciones de un centro de menores extranjeros no acompañados y aprovechar para lanzar mensajes xenófobos e inciertos sobre dicho centro y seguir normalizando el discurso. Acto seguido se ha propuesto un pleno para dentro de una semana derogar la Ley Trans y LGTBI. Fin de la cita, como diría mi querida Rosa Roda.

Eduardo Madina de manera brillante hacía un análisis impecable hace unos días: «Qué la condicionalidad de la política no la den aquellos que creen que hay gente que sobra. Por ejemplo, los inmigrantes, la gente que tiene la piel de color negro, los homosexuales que creen que son menores desde el punto de vista del Derecho civil, o las lesbianas o quienes tienen un modelo de familia diferente. O quienes tienen una identidad de género diferente, o quienes han venido de un país distinto a vivir y a trabajar aquí. Vox cree que toda esa gente sobra». 

 Aquí no sobra nadie. Es el momento de reemplazar las narrativas, hay que parar esto. Pido a la izquierda que reaccione, huya de los ataques y las provocaciones y se centre en iniciativas parlamentarias que defiendan los derechos fundamentales, que sigan proponiendo reformar el sistema actual, como lo han hecho los grupos minoritarios en el Congreso. La inmigración no es un problema ni una amenaza. Está en su mano trabajar para frenar al nacionalpopulismo que está ganando posiciones, liderando el discurso y marcando la agenda política a su antojo. 

Es ahora o será demasiado tarde. Quizás todavía estemos a tiempo de cambiar la historia, aunque no les miento si les digo que soy pesimista.