La dimisión de Diego Conesa pone fin a otra del socialismo murciano que, un cuarto de siglo después de que el PP le arrebatara el Gobierno de la Comunidad autónoma, sigue sin atinar con la fórmula para volver al poder. Descartada por improbable una victoria electoral contundente que les permitiera gobernar, aunque fuera en coalición, los socialistas intentaron expulsar al PP de San Esteban con una moción de censura improvisada que se saldó, como suele ocurrir en estos casos, con un ridículo espantoso a escala nacional. Ahí terminó de facto la etapa de Diego Conesa al frente del PSRM, porque en política todo se puede hacer menos el ridículo.  

Se abre una nueva era en el socialismo murciano liderada por José Vélez, hombre fuerte del sanchismo en Murcia, con una eficaz trayectoria como alcalde y ahora Delegado del Gobierno, como ocurre siempre en las autonomías desafectas con los líderes del partido que manda en cada momento en Madrid.  

¿Por qué el PP parece indestructible en la Región de Murcia? Desde luego no por la solvencia ni la capacidad de gestión de sus líderes, un grupo de ninis de la política cuya principal habilidad es la gestión de la propaganda (y ni siquiera en ese ámbito resultan ser precisamente unos virtuosos). Más bien hay que atribuir la cadena de fracasos del socialismo murciano a la toxicidad de su pertenencia al PSOE, un partido nacional que renunció al poder aquí a cambio de tener las manos libres para forjar su victoria en otras regiones con mayor influencia política. En última instancia somos una comunidad uniprovincial donde el PSOE podría tener, en el mejor de los casos, 5-6 diputados. Ningún candidato socialista va a sacrificar sus aspiraciones de llegar a La Moncloa por esos tristes escaños, adoptando decisiones que supondrían un fuerte rechazo en otras regiones con mucho más peso en las Cortes Generales. ¿Se imaginan a Sánchez defendiendo los trasvases para permitir la subsistencia de los obreros agrícolas del Levante, a cambio de pegarse un batacazo electoral en Cataluña, Castilla La Mancha y Aragón, donde su persona tiene 27 diputados a su servicio?  

El futuro del PSRM-PSOE no depende del acierto en la elección de sus dirigentes, cuyo papel se limita a conservar un suelo electoral decoroso. Esa es la función encomendada por el PSOE a su franquicia murciana, condenada a medrar en las brumas de la oposición

Así las cosas, parece que el futuro del PSRM-PSOE no depende del acierto en la elección de sus cuadros dirigentes, cuyo papel se limita a conservar un suelo electoral decoroso. Esa es la función encomendada por el PSOE a su franquicia murciana, condenada a medrar en las brumas de la oposición.  

Tras más de un cuarto de siglo de Gobiernos del Partido Popular, nada más saludable que un cambio político para revitalizar las instituciones, acabar con rutinas vergonzosas y airear los despachos donde se cuece el poder. Pero esos cambios de ciclo no se hacen en el vacío, por el mero hecho de sustituir a unos por otros. Debe haber una opción con garantías de solvencia y un programa de Gobierno centrado en las necesidades reales de la región que se quiere gobernar, sin peajes a favor de otras comunidades por intereses partidistas. El PSOE no puede ofrecer esa garantía en Murcia. No por incapacidad de sus dirigentes ocasionales (que quizás también), sino porque, desde Zapatero, el socialismo se ha revelado como un agente tóxico para el ecosistema murciano y los votantes no son partidarios del protagonizar alegremente un suicidio electoral. 

El sucesor de Conesa tiene por delante una tarea muy difícil de llevar a cabo. No solo tiene que convencer a los votantes de que su Gobierno lo hará mejor que el de López Miras. 

Tiene también que impedir que los dirigentes de su partido en Madrid esterilicen sus posibilidades de ganar aquí. Hasta ahora no han hecho otra cosa.