La renuncia de Diego Conesa a seguir dirigiendo, al menos nominalmente, el PSRM deja muchas más incógnitas que certezas. Preguntas o dudas que quizá el nuevo secretario general elegido en primarias, José Vélez, pueda o deba aclarar una vez que quede refrendado por el congreso socialista regional de este domingo.

Antes de que Vélez inicie su camino en su nuevo cargo mientras sigue al frente de la Delegación del Gobierno, hay que rememorar un poco cuáles han sido algunas vicisitudes por las que ha pasado el ya ex secretario general y ex portavoz en la Asamblea. Cualquiera podría pensar que Conesa ha sido una doble víctima del oportunismo de Ciudadanos. Primero, en 2019 por el renuncio del partido llamado liberal a cumplir lo prometido por Inés Arrimadas en la Plaza de Belluga. Después, el oportunismo ciudadano llegó a nivel sideral cuando, en marzo de 2020, los tránsfugas liberales traicionaron a sus compañeros que habían pactado la moción de censura para descabalgar al PP a cambio de unos denarios nada despreciables como la presidencia de la Asamblea Regional y tres puestos de consejeros con López Miras.

A Conesa no le sentó bien ni una cosa ni la otra. Tras la primera, pasó meses repitiendo hasta la obsesión que había ganado las elecciones, cosa cierta pero que llegó a cansar bastante dentro y fuera del PSRM. Tras la traición de los tránsfugas se descompuso en la tribuna de oradores y no parece que haya recuperado la compostura desde entonces.

Porque no es demasiado creíble su alegación para la renuncia de que sufre personal y familiarmente por las trampas que le viene tendiendo la política. Con una piel tan fina como dizque tiene, no debería haber entrado en esa rueda, se podría pensar. ¿Y cómo se hubiera sentido si llega a gobernar? Circulan, por tanto, diversas interpretaciones sobre su espantada, mientras el discurso oficial de agradecimiento a su labor y el respaldo al motivo por el que sale de esta forma sorpresiva resulta cansino, por repetitivo e inconsistente.

Hay quien cree que ha sido invitado a hacer mutis por el foro por su desafortunada adjudicación al aparato de Madrid de la responsabilidad última del fracaso de la moción de censura. También hay quien cree que ese es el motivo real de su renuncia, pero que la sugerencia de dejar la primera línea ha partido del propio José Vélez, verdadero factótum del PSRM desde la Delegación del Gobierno, como es bien sabido.

El PSRM se aferra a que gobierna la mayoría de los 45 municipios como prueba irrebatible de su potencia electoral, que data de las elecciones de 2015, no de las de 2019. Lo que se echa en falta es un líder con carisma, fuerza y solvencia para trasladar el dominio municipal al terreno regional

Algunos optimistas apuestan por que la nueva dirección del PSRM tenderá puentes con todos los sectores y personalidades del partido para evitar nuevos conflictos. Esa nueva orientación quedaría desvelada por la salida de Jordi Arce de la secretaría de Organización, como signo evidente de que habrá más concordia interna. En cualquier caso se asegura que no hay conflicto interno en el partido, una forma de señalar que lo de Ivars y Castejón son asuntos o menores o aislados.

No falta quien señala que, en principio, la figura de Vélez no inspira mucha esperanza de aglutinarlo todo cuando se revisa a qué agrupaciones socialistas ha ido a hacer su campaña de primarias y cuáles no ha visitado. Creen estos que la ‘vía directa’ de Ferraz en Murcia actuó por extensión, mediante el ex secretario de organización, paisano del delegado del Gobierno.

Qué será en el futuro próximo de Conesa y Arce revelará alguna otra clave. Entretanto, el PSRM se aferra a que gobierna la mayoría de los 45 municipios murcianos como prueba irrebatible de su potencia electoral, que data de las elecciones de 2015: no de las de 2019. Pero volviendo a rememorar el 1995, lo que se echa en falta en el PSRM es un líder con carisma, fuerza y solvencia para trasladar el dominio municipal al terreno regional. Con aliados, como en la capital, o sin ellos.