Llega la Navidad. Para unos muy divertida y deseada. Para otros, triste y deseando que pase. Pero siempre entrañable, con o sin ganas de ella. Por eso no estaría de más, recapitular algunos de los derechos que nos acompañan durante estas fechas.

El primero de ellos, es el de la paga extra, regulado en el Estatuto de los Trabajadores (salvo que se cobre prorrateada en doce meses), que es igual al salario base del trabajador, y que junto a la antigua del 18 de julio y actual del 24 de junio, complementan esas vacaciones de verano y navidad, que tantos gastos ocasionan.

El segundo es más curioso y no data de la posguerra como el anterior. Se trata del derecho a percibir una cesta de navidad. Aunque no siempre, y no para todos. Solamente, y es sentencia del Tribunal Supremo de su Sala Cuarta de fecha 19 de noviembre de 2019, si la empresa te ha venido dando esa cesta durante años, no puede suprimirla caprichosamente sin justificación económica, productiva, técnica o de organización que lo ampare, ya que se está ante un derecho adquirido por el trabajador (que lleve un tiempo mínimo, fijado normalmente en el convenio colectivo en la empresa), encuadrado en la denominada ‘condición más beneficiosa’ (es por tanto una mejora social y no una mera liberalidad empresarial). E incluso si el trabajador’ está inmerso en un ERTE.

El tercero, será ya a partir de la próxima Navidad, que es cuando así lo establece la Ley de Eficiencia Procesal, al establecer como días inhábiles a efectos procedimentales los días comprendidos entre Nochebuena y Reyes para todos los trámites judiciales.

En conclusión, como dijo el papa, que dejó de ser papa por voluntad propia, más o menos, pero que sigue siendo papa porque para eso lo eligió en su día el Espíritu Santo, Benedicto XVI pedimos en esta Navidad «que el Señor, el Juez, nos responda, que realmente cree justicia en el mundo». Y añado yo. Pidamos también por esos negacionistas de la Covid, para que se vacunen de una vez y podamos los demás pasar una Navidad tranquila, y en familia. Que el Señor los ilumine y se caigan del caballo como Saulo de Tarso, convirtiéndose en este caso a la ciencia, y dejando atrás mosqueos (que todos tenemos, sobre si alguien estará haciendo negocio con esto), so pena que tengan que soportar un pasaporte Covid, si es que las múltiples resoluciones contradictorias de los Tribunales de Justicia, en su Sala de lo Contencioso Administrativo, se aclaran. Contradicciones que son consecuencia de que no en todos los sitios se dan las mismas circunstancias de extensión de la pandemia. Que se lean si no la fábula africana sobre la justicia y el coraje de la leona y la avestruz, para que aprendan sobre el valor de la solidaridad, la importancia de la astucia bajo el yugo del miedo y el logro de la justicia ante los más poderosos. A ver si así recuerdan un poquito lo que es la solidaridad con los demás. O simplemente que se vayan a Vigo por si las bombillas de Abel Caballero les ilumina, ya que este año en Murcia no parece que vayan a ser muchas. Otra cosa es cómo aquel Caballero justificará a sus ciudadanos el dinero del boato y esplendor, salvo que con el turismo lo salve, pues hay gente ‘pa tó’ (como diría Guerrita de Ortega y Gasset que se dedicaba a pensar como buen filósofo brillante), que en lugar de ir a un museo o a una catedral, prefieren ir a ver las luces de Vigo. Y no soy negacionista de luces, sino de sombras.