El domingo pasado me iba de Madrid a Marte, como dice la canción de Sexy Zebras, a pasar unos días en familia. En la estación de tren no había taxis, tocaba esperar unos minutos, pero el día y su cielo azul, me empujaban a pesar de parecer un sherpa gracias a las dos maletas que llevaba, a dar un paseo recorriendo parte de la ciudad hasta llegar a casa. Era la hora del aperitivo, el cuerpo pedía vermú, las calles de la ciudad estaban rebosantes, aún sin la decoración navideña, gracias a dios o al Ayuntamiento socialcomunista que quiere dejarnos a todos sin Navidad porque comen niños y hacen rituales satánicos; no tenga que explicarles que es la ironía.. 

Pasé por el casco antiguo, llegando hasta la plaza de Santo Domingo donde encontré a la Chica del Arpa. Era la segunda vez que la veía; recuerdo otro día, mucho más temprano, en un Alfonso X el Sabio vacío, y ella poniendo el vello de punta a quien la escuchaba en el silencio de una mañana de domingo, una delicia. 

Al volverla a ver, primero me acerqué al quiosco a comprar este diario. En casa somos unos románticos y les gusta leerme en papel. Mientras, esperé a que terminara de tocar para acercarme a saludarla. Se llama Elena Aker, le dije gracias. «Gracias por tocar tan bonito, y dejarnos embobados admirando la delicadeza de cualquier pieza que interpretas». Ella se levantó a saludarme, agradecida, y me dijo algo que no esperaba escuchar: «Varios vecinos se han quejado y piden que me vaya del barrio». No sé ustedes, pero creo que no está hecha la miel para la boca del asno. 

Sí alguna vez paseando por Murcia oyen un arpa en las calles del centro, disfruten de Elena, necesitamos más músicos que arropen nuestras calles, como ella. La música, amansa a las fieras y cada día tengo más claro que necesitamos mucha música que nos amanse, que rebaje la violencia verbal e intolerancia a la que nos hemos acostumbrado. 

Pero para fieras, quizás habría que llevar a Elena y su arpa a los pasillos del Congreso de los Diputados, a ver si amansábamos a nuestra clase política y se acababan los gritos, o a las calles de Cádiz delante de la desafortunada tanqueta enviada por el Gobierno central para acojonar al pueblo tratado como delincuente; lo único que pedía eran derechos sociales y salarios dignos, o frente a quienes ejercen la violencia contra las mujeres, porque nos siguen matando, violando y tratándonos de manera inferior. Pero no, el mundo en el que vivimos, por desgracia, no se arregla con música. 

Ojalá todo fuera tan fácil como darle al play o pararse a escuchar a Elena y su arpa, porque es insoportable escuchar a la derecha utilizar a ETA de manera constante; es insoportable que un partido político de extrema derecha sea la llave de varios Gobiernos del país, y boicotee cualquier declaración institucional de rechazo a la violencia machista, porque no la reconoce. Es insoportable que el peor líder que ha tenido un partido de derechas haga el rídiculo en cada intervención, sea de día o de noche, con o sin placas solares, vaya a misa o a un encuentro con agricultores. 

Es insoportable que la izquierda de la Región de Murcia no vea que es el momento de un proyecto joven, fresco y renovador, que ilusione. Es insoportable que a las profesionales del periodismo en la Región de Murcia se las marque con la letra escarlata por ejercer su profesión con libertad. Es insoportable que la falta de recursos en Sanidad haga que cancelen la revisión de un paciente operado de un carcinoma, en julio hasta febrero de 2022. Es insoportable. 

Lo peor que es que podría seguir con una lista interminable, pero por hoy es suficiente y para que todo sea menos insoportable solo se me ocurre que es domingo, y si están en Murcia láncense a la calle y busquen a la chica del arpa, disfrútenla, no sean como algunos vecinos y si están en cualquier otro lugar, dénle al play, suban el volumen y déjense llevar.