Dados a conocer por LA OPINIÓN, acaban de publicarse hace unos días los datos de la encuesta de mediados de este mes del Centro de Estudios Murcianos de Opinión Pública (CEMOP). Y aunque el titular de la noticia daba a entender que la crisis del Mar Menor le había pasado cierta factura al partido que lleva eternizándose en el poder regional durante 26 años, la realidad es que, si se convocaran hoy elecciones autonómicas, el PP, con 20 escaños, quedaría a tres de la mayoría absoluta. Y comoquiera que Vox supera los 4 escaños de las elecciones de 2019, sus 6 actas posibles, junto a las 20 del PP, garantizarían un Gobierno de derecha y extrema derecha en la Región, pues la suma de PSOE (14), Unidas Podemos (3) y eventualmente, cosa poco probable, los 2 diputados posibles de Cs no constituye una amenaza a las políticas de derecha incrustadas demasiados años en la Región. 

¿Desgaste del PP?

A la vista de los datos expuestos, parece que no. Cuando algunas encuestas en el ámbito estatal parecen garantizar, pese a los obstáculos en el camino (injerencia de la judicatura en el Ejecutivo, huelga de la patronal del transporte secundada por los agricultores y posiblemente por la pesca de arrastre, pulso de las eléctricas…) la pervivencia de un Gobierno progresista, Murcia es la excepción y parece consolidarse como la nueva reserva espiritual y conservadora de la nación. Ante esa evidencia, frecuentemente se oye decir que quizá tengamos lo que nos merecemos. ¿Es esto así? Veamos.

Desde luego, causa extrañeza constatar que la multitud de proyectos megalómanos que han venido anunciándose, y que han venido seguidos de sonados fracasos o de gravosas inversiones para las arcas regionales (Contempolis, Cabo Cope, la Paramount, Aeropuerto de Corvera, Desaladora de Escombreras…), no hayan pasado factura electoral al PP. Por poner un ejemplo, el coste de explotación anual de la planta del Valle de Escombreras supone un desembolso de 21 millones de euros, habiéndose pagado más de 240 millones desde 2009. Ello no reviste para su mentor, Ramón Luis Valcárcel (exculpado por el juzgado de instrucción número 1 de Murcia), mayor importancia, pues los 600 millones de euros a amortizar en 25 años le parecen una suma ‘insignificante’.

Si hacemos alusión a la grave problemática del Mar Menor, es extraño que los 400.000 habitantes de la zona del Campo de Cartagena y de esas comarcas ribereñas y, por extensión, del resto de la Región no penalicen electoralmente a quienes son responsables directos del ecocidio de la albufera, además de que muchos votantes de los municipios de Torre Pacheco, Los Alcázares, San Javier, San Pedro… apoyaron claramente la opción ultraderechista de Vox.

Con datos del Consejo Económico y Social, CES, referidos a 2020 conocemos que la Región de Murcia se encuentra por debajo de la media nacional en prácticamente todos los indicadores de los servicios sociales. En esperanza de vida, es la quinta más baja de España; la pensión de jubilación media es también la tercera más baja; la Sanidad regional renquea en todos sus parámetros, y concretamente, en lo que respecta a los consultorios y centros de salud, habría que pasar de los 85 actuales a 500, según el CES.

En Educación, en una Región donde un 85% de los ciudadanos se declara católico, con una fuerte presencia de los grupos más conservadores de la Iglesia, como el Opus Dei y los kikos (los seguidores del Camino Neocatecumenal), la enseñanza religiosa acapara una parte considerable del gasto educativo. Bajo el señuelo de la libertad de elegir de las familias, se han trasvasado fondos a la educación privada, con un deterioro evidente de la educación pública, que cuenta con plantillas mermadas y una disminución de presupuesto que no da ni para la calefacción. Sumemos a ello que, según la Encuesta de Población Activa (EPA) de enero de este año, la tasa de abandono escolar temprano es del 18,7%, sólo superada por Baleares, Andalucía, Melilla y Ceuta, mientras que desde la Administración se subvencionan y alientan las casas del juego y apuestas que están envenenando a nuestra juventud.

 Según la Encuesta sobre Condiciones de Vida de 2020, referida a 2019, el ingreso medio por persona en la Región es el segundo más bajo, tras Extremadura; el riesgo de pobreza atenaza al 25% de la población, mientras que el 45,3% no puede permitirse ni siquiera una semana de vacaciones al año, y el 11,2% tiene serias dificultades para llegar a final de mes. 

¿Cómo hemos llegado a esta situación?

Las causas del amplio apoyo electoral al PP y a Vox pueden rastrearse con un elemental análisis sociológico.

En Murcia vivimos, aún hoy, una prolongación del sistema caciquil del siglo XIX, que documentara magistralmente la catedrática, tristemente fallecida, María Teresa Pérez Picazo. Caciquismo tradicional que ha venido siendo reforzado por el ciclo político del PP, que ha logrado entrelazar una tupida red clientelar que tiene presencia en todo el tejido asociativo: Ampas, cofradías pasionales, peñas huertanas, sardineros… Sumemos a ello que los ‘comisionistas’ medran a sus anchas en todas las esferas de la Administración y en toda la actividad productiva, lo que ha llevado a que existan auditorios sin terminar, desaladoras que no desalan, aeropuertos sin aviones y una deuda regional a niveles astronómicos. Todo ello en un contexto de un alto índice de temporalidad y de una economía sumergida que supone el 25% del PIB regional. 

La larga hegemonía del PP ha consolidado una sociedad anestesiada, propiciada por un sistema que no potencia una educación crítica y de calidad. Está claro que no interesa que la sociedad murciana despierte. La anestesia ha sido inducida y nada va a cambiar mientras tengamos incrustada en el cuerpo social esta derecha cavernícola, rancia y caduca.

Empero, otra Murcia es posible

Pese al negro panorama descrito, en la Región hay ‘brotes verdes’. Otra Murcia, desde luego, es (y ha sido) posible. 

Tenemos que enorgullecernos y rendir tributo a esas mujeres murcianas que, ausentes sus maridos, primero en el frente de guerra y luego en la dura posguerra y/o en la emigración, sacaron adelante, con esfuerzo impagable, a quienes hoy vivimos bien gracias a su sacrificio. Tenemos que enorgullecernos también de que, en el ámbito de la cultura, destaquen escritores, cineastas, pintores (omito dar nombres para no olvidar a ninguno) que realzan el nombre de nuestra tierra allende de nuestras fronteras regionales, sin olvidar el esfuerzo de quienes suplen con su entusiasmo la notable carencia de actividades culturales de base, entendida la cultura por los dirigentes como una actividad elitista y secundaria. 

Tenemos que enorgullecernos de que, pese a tantas inercias conservadoras, se manifieste un todavía minoritario pero ruidoso movimiento reivindicativo social, del que son una muestra las Mareas Blanca (Sanidad) y Verde (Educación), las Marchas por la Dignidad, el potente movimiento feminista, los Yayoflautas, las plataformas ciudadanas (En Defensa de las Pensiones, Pro Soterramiento, En defensa del Ferrocarril, SOS Menor, Salvemos el Arabí…), las asociaciones de Memoria Histórica…

Este empuje del movimiento cultural, asociativo y reivindicativo demuestra que la Región ‘está viva’. La siempre dura y compleja ‘batalla’ por la hegemonía en el campo de las ideas (progresistas) está servida, sólo es cuestión de tiempo que cristalice. 

Ojalá que la posible eclosión, también en la Región, de ese Frente Amplio de izquierdas que se viene anunciando, permita que a medio plazo asistamos a un ilusionante cambio en esta tierra duramente lastrada y castigada por el conservadurismo de viejo cuño.