Una pregunta sencilla entre amigos: ¿Qué guardarías de la Región de Murcia para la posteridad en una cápsula del tiempo? Las respuestas han sido rápidas y bastante sorprendentes, en muchos casos. Todos tenemos algo de nuestro entorno que no nos gustaría perder, necesariamente no ha de ser algo actual, también sirven los recuerdos y las huellas del pasado, aquello que conocemos y quisiéramos poder compartir con las generaciones venideras. Vamos a ir llenando, cada miércoles, nuestra muy elástica cápsula hasta que ya no quepan más cosicas. 

Isabel Falcón Ferrando - Licenciada en Derecho

En la antiguamente conocida como Rambla del Cuerno, hoy calle Rambla a secas (Murcia), se conserva un edificio cuyo empaque palaciego queda desgraciadamente disimulado por lo angosto del espacio y su poca perspectiva, la Casa Palacio de los Saavedras que es ocupada por el Colegio Mayor Azarbe, de grato recuerdo para mi amiga Isabel por haber sido su residencia en la época estudiantil. 

Aunque muy transformado en su interior por los diferentes usos, permanece casi inalterada, y conste que digo casi, su envoltura barroca desde que fuera construido en 1648, por encargo de don Gregorio de Saavedra y Fontes, caballero de la Orden de Calatrava y sobrino del escritor y diplomático don Diego de Saavedra y Fajardo. Los escudos familiares sobre el portalón de entrada y la esquina del inmueble dejan constancia de su antigua nobleza.

La importancia del palacio en manos de la ilustre familia permaneció durante un siglo, siendo uno de sus herederos el regidor de la ciudad don José Joaquín de Saavedra, cofundador de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Murcia. Pero tras la derrota de los carlistas, por quienes habían tomado partido, el apellido y la fortuna de los Saavedra deviene en ruina y con ella la pérdida de la casa, que pasará a manos de don José Llovera a finales del siglo XIX, siendo parcialmente utilizada para sede de algunas dependencias de la Diputación Provincial.

La familia Llovera mantendrá su propiedad hasta 1935, en que es vendida a la orden de las Carmelitas de la Caridad, que la convertirán en una residencia femenina y, por último, en 1978, será adquirida por la Universidad de Murcia, manteniendo su uso residencial como Colegio Mayor hasta nuestros días.

Para mayor interés, este palacio cuenta con leyenda propia, la de su torre que llaman ‘del Duende’, por creerse embrujada por uno de estos personajes fantásticos, aunque en otra versión habla del fantasma de una joven mujer que pudo morir allí emparedada, incógnita de fácil resolución a poco que se hicieran obras en el lugar. Sea lo que fuere, por las luces inexplicables y los lamentos que de ese lugar se escuchaban, al parecer en su momento la torre fue exorcizada por el párroco de la cercana iglesia y es cierto que el difícil acceso a la parte superior de este lugar, a través de una escalera exterior que arranca de la cubierta, sin comunicación con el interior del inmueble, da pie a misterios y leyendas. 

Isabel nos dice que a ella nunca se le presentó el duende de la torre, por lo que debió surtir efecto aquel exorcismo.

No hace muchos años que en el solar contiguo, ya en la calle San Antonio, se descubrieron los restos de unos baños árabes de entre los siglos XI y XIII, parte de los cuales quedaron bajo la casa de los Saavedra.

Así, pues, guardamos en nuestra cápsula este testigo del pasado de la ciudad de Murcia, con mucha historia en sus piedras y una leyenda para el recuerdo.