Hace casi trescientos años, en el estado hindú de Kerala, (antiguo reino de Travalore), al sur de la India, tanto las mujeres como los hombres pertenecientes a las castas inferiores tenían prohibido cubrirse la parte superior del cuerpo en presencia de los miembros de las castas más altas. Mantener el torso desnudo se consideraba una señal de respeto, aunque el trasfondo de esta imposición no era, ni más ni menos, que acentuar la diferencias entre castas y que los pertenecientes a unas y otras se pudieran identificar fácilmente en función de su atuendo. Las mujeres de la comunidad Nadar (los tamiles de la India) y, especialmente las mujeres ‘dalit’ o intocables, tenían, por lo tanto, que exhibir sus senos, y en el caso de querer llevarlos cubiertos, debían pagar el llamado ‘mulakaram’ o impuesto de los senos, una cantidad determinada según el tamaño del pecho y si los cubrían sin haber pagado este impuesto, eran fuertemente castigadas. Para ellas la belleza de su propio cuerpo se volvía una amenaza y el uso que las castas superiores ejercían sobre él lo transformaban en un objeto indigno y sucio. 

Las demandas impuestas por el país colonizador a los reinos locales llevaron a muchos de estos pequeños gobernantes a exigir impuestos ridículos y vergonzantes, que se cebaban con las castas más bajas, en especial con los ‘dalit’. 

Si el sistema de castas oprime a los más desfavorecidos, las mujeres intocables son todavía más vulnerables, y la represión que sufrían llegaba, incluso, a que fueran consideradas objetos, por lo que estar sometidas a abusos sexuales era algo habitual. Esta situación, lejos de desaparecer, se mantiene con la misma virulencia hoy en día.

A principios del siglo XIX una aldeana llamada Nangeli se rebeló contra esta imposición y decidió tapar sus pechos y no pagar el ‘mulakaram’. Cuando el recaudador de impuestos le requirió el pago, ella se cortó los senos y murió desangrada. Su acción dio lugar a la Rebelión de Channar, revuelta que se prolongó durante varios años y en la que las mujeres continuaron luchando por poder conseguir la igualdad en su indumentaria, pudiendo cubrir su torso, pero las intocables, a diferencia de las pertenecientes a otras castas sin privilegios, tuvieron que esperar algunos años más para obtener la libertad total del vestido.

Las ‘dalit’ son un ejemplo de cómo en la época colonial el cuerpo de las mujeres de otras razas se usaba como objeto, despojándolo de toda subjetividad. Este proceso de cosificación se refleja en el tratamiento que se le dio en las llamadas ‘postales francesas’. En ellas se representa a la mujer como objetos de intercambio y de rivalidad masculina. Incluso se las utiliza para atraer a los hombres a viajar a las colonias, ya que estas imágenes alimentaron las fantasías sexuales de la metrópoli. 

En el libro Sexo, raza y colonias’, publicado en Francia, se analizan grabados, pinturas, fotografías, carteles, ilustraciones y tarjetas postales generados en siglos de historia colonial, poniéndose de manifiesto que «las mujeres se poseen, son objetos de intercambio y de rivalidad masculina». Algunas de estas imágenes fueron concebidas, en un principio, como representaciones antropológicas, pero acabaron reflejando el imaginario masculino: paisaje, aventura, cocoteros y una mujer con los pechos descubiertos. 

En estas postales e imágenes la mujer no tiene voz, su cuerpo es objeto de deseo y de representación del imaginario masculino. Y, si las mujeres ‘dalit’ debían someter su cuerpo a la mirada de las castas superiores como símbolo de sumisión, en estas representaciones la mirada del colonizador va más allá, ya que despoja todavía más de dignidad a las mujeres, sometiéndolas y usándolas como objetos para satisfacer sus deseos.

Aunque la descolonización tuvo lugar hace tiempo, el rastro que esta historia ha dejado en la actualidad continua en varios espacios donde se mantiene estos estereotipos, como el turismo sexual o algunos imaginarios en web pornográficas. 

La violencia del sistema de dominación afecta a todas las mujeres, pero no a todas por igual. Algunas sufren una doble discriminación al ser pobres y pertenecer a una raza o a una minoría o confesión religiosa. El acoso sexual, la violencia doméstica, el maltrato y la violación están íntimamente relacionados con la dominación sexual, que es el núcleo de la dominación patriarcal. Y el ‘mulakaram’ y la representación de la mujer en las llamadas ‘postales francesas’ no son más que terribles ejemplos de ésta.