Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, distinguía en el psiquismo humano el principio del placer, que nos empuja a la satisfacción inmediata de nuestros deseos, y el principio de realidad, que nos baja los pies a tierra y decide qué hacer con nuestros deseos en función de la realidad que nos rodea. Pero Freud está obsoleto. Por ejemplo, si la realidad es que la sede de tu partido ha sido financiada con la ominosa Caja B, publicas en redes que te vas de la sede y todo irá como la seda. Pongamos que hablo del PP. Si en la realidad tu empresa tiene una crisis reputacional seria porque se descubre que sabes que produce efectos nocivos sobre la gente y tiene agujeros de seguridad importantes, pero da pasta, lo único que realmente te interesa, te mudas a Metaverso e invitas a tus clientes a vivir dentro de un anuncio de Coca Cola chupiguay. Pongamos que hablo de Facebook o Instagram. Hay más ejemplos. Si la realidad es que tienes un trabajo de mierda que te deja reventado al final del día y tieso al final del mes, siempre hay a mano alguna pastilla de un opioide adictivo que hace desaparecer la fatiga como por milagro. El sexo no conoce límites con la pastilla azul. Olvídate de tu circunstancia y realiza tus deseos sin que nada te ancle a la penosa realidad. La química o los bytes te llevan a Metaverso. Be happy.