Soy la única, o tú también sufres bombardeo de comentarios y noticias a propósito de esa serie? Desde hace un par de semanas, todo lo que me llega son comentarios de El Juego del Calamar. La primera vez que la oí, con ese nombre tan ridículo, pensé lo desocupado que tiene que estar el personal para sentarse a ver eso. Quien lo comentaba decía que no era gran cosa, pero que te mantenía enganchado hasta el final, y que trataba de una gente que tenía que ir pasando pruebas y, si no, los mataban. Dime tú si el argumento tiene algo de novedoso. Por lo visto es la pera, hasta Arturo Pérez Reverte dice que, salvando que no es para niños, la serie mola. 

La alarma ha cundido porque dicen que es violenta en extremo (he oído que clavan tijeras en un ojo) y que la ven niños pequeños, algunos incluso con sus padres, tan ricamente.

Si te digo la verdad, no sé a qué viene este escándalo ¿Es la primera serie o peli violenta que hay, con acceso libre a niños y mayores? Te lo digo porque el otro día pusieron en la tele Jocker que, aunque era por la noche y está clasificada para mayores de dieciocho, no creo que en muchas casas mandasen a la cama a los niños para que no vieran nada inconveniente. Es más, apuesto porque más de uno la vería, si no había ido ya a verla al cine. Y, por cierto, es de una violencia indescriptible, con tijeras en el ojo incluidas.

Y así se me ocurren mil y una series o pelis absolutamente inadecuadas, por violencia o por otros motivos, para mayores y para pequeños, que han sido vistas por toda la familia sin tantas pegas.

Uno de los comentarios que he leído, a propósito de El Juego del Calamar, es el de una conocida psicóloga infantil que dice que no debemos dejar que los niños vean esas cosas porque, mientras los adultos filtramos lo que vemos u oímos, y cambiamos de canal, o nos vamos si no nos gusta, los niños se tragan todo lo que perciben sus sentidos. No son capaces de rechazar o de filtrar, y en cambio su capacidad para digerirlo es, obviamente, menor que la nuestra. Que están indefensos, en una palabra.

Me pregunto cuándo nuestras cabezas han hecho click. Porque, desde que nació internet, con sus autopistas de información, yo creo que llevamos viendo cosas inadecuadas, todos, hace mucho tiempo.

En el confinamiento, me tragué con mi hija Elena una serie, Vis a vis, cuyas primeras temporadas eran para doce años, y no te imaginas cómo era. La vimos juntas, en plan madre e hija, y porque yo quería estar delante cuando ella la viera. No sabes la cantidad de cosas que había que adelantar porque eran violencia, desnudez, o sexo, gratuitos e injustificados. Eso sí, con Nawja Nimri de villana que, aparte de tener un nombre impronunciable, qué bestialmente buena es cuando hace de mala. Habría que estudiar por qué una trama tan chula hay que engordarla con tanta mierda. Y perdona la expresión.

Como esa serie, lo que quieras. Hay niñas que hablan en el patio de La isla de las tentaciones, que obviamente verán con sus padres o con su permiso, y que tengo entendido que consiste en separar a parejas y ponerles a tiro cuerpazos para que sean infieles. ¿Juego de Tronos no era violenta? Yo vi cómo le cortaban la cabeza a uno, sin más. Y cómo rodaba la cabeza por un lado y caía el cuerpo desplomado por otro. No he oído a nadie quejarse ni rasgarse las vestiduras. 

Ojalá esto sea un punto de inflexión, y a partir de ahí se cuide lo que se emite y se faciliten los controles parentales. Que se entienda lo delicados que son los niños, y la huella que deja en ellos todo lo que ven y oyen. Mientras tanto, lo único que hay, de verdad, es una monumental campaña de marketing que ha hecho incluso que se agoten las deportivas que visten en la serie. Quizá haya que seguir jugando, no sea que nos maten.