Sensei es el título honorífico que se otorga a cualquier persona que enseñe algo y a los especialistas en algún campo. Víctor Navarro es la dos cosas.

Adelanto que es mi amigo y que, por tanto, no voy a ser nada objetivo. En realidad, Víctor es amigo de todos, porque es el Agente Amigo, al menos desde que comenzó a ilustrarnos en estas páginas de La Opinión desde hace ya una década. Me consta que el nombre de Agente Amigo no le convencía del todo en un principio, no sé, quizá le sonara un poco cursi o ñoño. Pero poco a poco se fue convirtiendo en su marca, en una especie de carta de presentación, en su seña de identidad y en una declaración de intenciones de que un agente está ahí para enseñarnos y para ayudarnos.

Decir que sufre de hiperactividad es quedarse corto, porque Víctor se mete en todos los fregaos y no sabe decir que no. Al contrario, siempre está dispuesto a volcarse más, siempre ofrece más.

Este agente amigo dignifica el cuerpo al que pertenece, la Policía Local de Cartagena, y es un ejemplo para todos sus compañeros, de los que se ha ganado su respeto por su buen hacer y por su espíritu de servicio y de compañerismo.

Es la voz de la policía en numerosos medios de comunicación locales y regionales e incluso ha protagonizado colaboraciones puntuales en radios y televisiones de ámbito nacional, donde además de su experiencia como agente municipal, ha sacado a lucir sus conocimientos de Criminología. De hecho, imparte formación sobre esta materia en la sede de la Universidad a Distancia UNED de Cartagena. Su compromiso social es indudable, como ha demostrado con sus charlas de formación en numerosos centros de mayores y en instituciones sociosanitarias, como Astus o Asido, entre otras. Aunque su gran debilidad es enseñar a los más pequeños, tanto en el parque de Educación Vial como visitando los colegios.

Víctor no para, no sabe ni quiere parar. A Víctor hay que pararlo. Y toca todos los palos, aunque hay ramas en las que es un auténtico experto. La ya citada Educación Vial la ha convertido casi en su caballo de batalla, pero no desde la amenaza de sanciones, sino desde la prevención y, sobre todo, desde la formación y la información. Dirige sus esfuerzos especialmente hacia los niños y jóvenes y se ha ganado su espacio en el suplemento educativo de este periódico, La Pequeña Opi. También aprovecha este espacio para abordar otra de las cuestiones que le gusta tanto como le preocupa, como es el caso del correcto uso de las nuevas tecnologias y las redes sociales por parte de los adolescentes. Víctor no es enemigo de las tablets ni de los móviles, pero sí se ha convertido en un guía de referencia para saber cómo sacar lo bueno y dejar a un lado lo malo de estos aparatos y sus aplicaciones, con atención especial al acoso y a todas sus modalidades en Internet.

Como criminólogo, le apasiona tratar casos históricos, pero haciendo honor a su compromiso social, fue de los primeros profesionales en alzar la voz y hacer frente a toda una lacra de nuestra era como el suicidio, un asunto que gracias a personas como él va dejando de ser tabú para plantarle cara.

Su juventud no es obstáculo para que su currículum sea apabullante y, como nuestra España se le queda pequeña, se ha implicado en colectivos e instituciones internacionales, especialmente de Latinoamérica y en las que no ha dudado en ponerse al frente si se lo han requerido, haciendo honor a su compromiso por la divulgación y la formación.

En su faceta personal, la vida le ha premiado con cuatro joyas con nombre de mujer, que lo tienen más activo y entretenido de lo que él se empeña en estar, pero también ha pasado por la trágica experiencia de perder un hermano, al que quería con toda su alma y que ya está junto a su San Ginés de la Jara, de cuya cofradía es hermano mayor.

Para quienes conocemos cómo es Víctor, ni nos sorprende ni nos extraña que haya sido distinguido en las dos primeras ediciones de los Premios Nscionales de Buenas Prácticas del Programa Agente Tutor. La primera vez fue en la categoría de esfuerzo y perseverancia, ahí es nada, por sus programas de formación para escolares y, en esta segunda ocasión, recibirá una mención especial por la creación del Tri Vial, para educar jugando.

Ya les he advertido de que no soy objetivo, pero sin duda, Víctor merece con creces el título de sensei, porque su principal lección no es la que imparte en sus clases o en sus charlas, sino la que transmite con su implicacion total y su vida activa. Lógico que se premien las buenas prácticas de alguien que nos enseña con humildad y con sencillez a ser mejores personas. Aunque para mí siempre serás mi agente amigo. Enhorabuena y que lo disfrutes. Un abrazo, sensei.