Estos días se está produciendo un hecho científico en España que sin embargo está pasando casi desapercibido excepto para los muy fieles. Se trata de que acaba de publicarse el último tomo de una monumental obra botánica, denominada Flora Ibérica, que ha conseguido catalogar y describir las 6.120 especies de plantas vasculares existentes en la península ibérica y las islas baleares.

El esfuerzo fue comenzado hace 39 años con el impulso inicial de un prestigioso biólogo gallego, Santiago Castroviejo, antiguo director del Real Jardín Botánico de Madrid, junto con otra leyenda de la botánica hispánica como fue Pedro Monserrat, fundador del Instituto Pirenaico de Jaca, otra institución fundamental para el conocimiento del medio natural de las últimas décadas. Junto a ellos, en el proyecto han participado más de 250 autores de 70 entidades de 14 países, 27 universidades españolas y 4 portuguesas. Entre la lista de contribuyentes a este enorme esfuerzo botánico de casi cuatro décadas de duración se cuentan varios botánicos murcianos como Juan Guerra, Diego Rivera, Pedro Sánchez, Pepe Carrión, Paco Alcaraz, José Antonio López, Miguel Ángel Carrión, y seguro que varios más, a los que pido disculpas por no citar.

El resultado de esta inmensa coreografía botánica es la catalogación minuciosa de la flora vascular ibérica y balear. Las Islas Canarias quedaron fuera por tener unas características biogeográficas muy diferentes que aconsejaron excluirlas de esta catalogación. Las más de 6.000 especies incluidas en la lista se han agrupado en 25 tomos que revisan, género por género, todas las especies de plantas vasculares conocidas. Un trabajo que termina de romper la anomalía que detectaron los iniciadores del proyecto cuando quisieron corregir el hecho de que España era uno de los pocos países europeos que no tenía su flora vascular descrita y catalogada. En aquellos años los botánicos españoles que querían conocer la flora española aún debían de usar como referencia un libro en latín de un botánico alemán y otro holandés publicado en el siglo XIX.

Para los que no somos taxónomos de las plantas pero nos interesa enormemente la biodiversidad vegetal, quizás lo mas interesante de esta obra es la idea de que para proteger la biodiversidad es imprescindible conocerla a fondo. De esta manera, Flora Ibérica ha puesto al descubierto la increíble riqueza de la vegetación española. Cerca de un 22% de las especies estudiadas son endémicas, es decir que no crecen en ninguna otra parte del mundo, lo que contraste con los pocos endemismos de los países centroeuropeos. El inventario de la flora ibérica también ha detectado trabajando en herbarios antiguos que al menos 26 especies recogidas en esas viejas colecciones ya pueden darse por extinguidas. Aunque también el trabajo de los botánicos en todos estos años ha dado como resultado alegrías como la de descubrir especies completamente nuevas para la ciencia, como ocurrió en Murcia con una esparraguera que bautizaron como Asparagus macrorrhizus..