Fin de la historia? No. Aceleración vertiginosa de la misma. Pongamos como ejemplo la velocidad con que se han desarrollado los acontecimientos relacionados con la Covid-19. Desde que se registraron los primeros casos hasta que se extendió la epidemia por todo el mundo, se preparó una vacuna y se distribuyó masivamente en países adelantados, como España, hasta alcanzar en más del 80% de la población pasó poco más de año y medio. Todo un récord. Pero eso no es nada comparado con lo que ha pasado con la anunciada ley que regulará los alquileres en nuestro país. Ha bastado el esbozo de sus líneas maestras por parte del Gobierno para que, antes de que haya sido redactado un simple borrador, el principal partido de la oposición haya declarado formalmente que no solo no la va a aplicar en las autonomías que gobierna, sino que la va a recurrir ante el Tribunal Constitucional. Al mismo tiempo han salido a la luz sesudos estudios que han anticipado cual puede ser el resultado de su aplicación en el mercado de la vivienda: el contrario de lo que pretende la todavía nonata ley. Lástima que otros le hayan madrugado al Gobierno la capacidad de prever sus efectos.

Conducta de riesgo

Que curas y obispos de la Iglesia católica francesa hayan cometido delitos de abuso sexual sobre 216.000 menores (330.000 si se incluye a los afectados por miembros laicos) no puede ser simplemente atribuido a unas pocas ovejas negras (en este caso, pastores),de esas que hay en cualquier colectivo. Si a ese número le añadimos los abusos que en su día el Boston Globe sacó a la luz en Massachussets y por los que la Iglesia tuvo que hacer frente a indemnizaciones milmillonarias, tenemos que pensar que la pederastia no es algo meramente accidental en el seno del clero católico. Es encomiable la investigación llevada a cabo en Francia por la propia Iglesia que ha dado esas escalofriantes cifras (podría tomar nota el obstruccionista episcopado español), pero no basta con el reconocimiento de la culpa. Ni con las indemnizaciones a las víctimas, tantas veces despreciadas. Hay que hundir el escalpelo hasta donde haga falta para drenar de verdad el absceso causado por la podredumbre sexual del clero católico. Si no, habrá que pensar en tipificar como conducta de riesgo dejar que los pequeños se acerquen a los curas, acaso depredadores.