La lucha se libra en los despachos de la Glorieta y, aunque no es a cara de perro por el talante del alcalde de Murcia, José Antonio Serrano, las espadas están en todo lo alto. La causa del conflicto: la pedanía de Puente Tocinos, que se la ha adjudicado el PSOE sin el beneplácito de Cs, su socio de Gobierno, que no está dispuesto a que los socialistas ostenten esa junta municipal para lo que queda de mandato.

El Gobierno local ha vendido a bombo y platillo que ya ha alcanzado un acuerdo para llevar las mociones de censura a las pedanías en las que gobiernan Vox y el PP. Los socialistas se quedarán con nueve presidencias de juntas de vecinos y los de Cs se harían con once, una partida en la que ha salido ganando la formación naranja, pero que les supondrá un alto coste a ambos partidos.

El cisma se produce en Puente Tocinos que pese a que ha caído del lado del PSOE, los de Cs no dan la batalla por perdida y están insistiendo a Serrano en que debe ser para ellos. La razón de los socialistas tiene tintes personales, más que de estrategia política interna. En la patria chica del alcalde no cabe otra opción más que gobierne el puño y la rosa, piensan. Sin embargo, los de Mario Gómez esgrimen otro argumento no menos válido: el único vocal del que disponen pactó con los del PP que a mitad del presente mandato se haría con el bastón de mando y ahora, lógicamente, quiere ejercer de alcalde pedáneo tras llevar años trabajando por su localidad y apoyando a unos y otros.

El PSOE barrunta que deberá prestarle militantes o simpatizantes a los de la formación naranja para completar el puzle en las pedanías en las que Cs es crucial y no encuentra a nadie que le quiera

El empecinamiento puede derivar en la primera crisis del nuevo Gobierno local de coalición y si nadie lo remedia se daría la circunstancia de que el vocal que tiene el voto de oro se abstenga y sigan gobernando los populares en la localidad en la que el alcalde nació y tiene fijada su residencia. Los del PP municipal se apuntarían un tanto de rondón y tomarían impulso para continuar con la campaña emprendida en las pedanías que ha llevado al exalcalde Ballesta a hacer una gira por estos territorios y ha generado distintos actos de protesta no solo por las mociones de censura sino también por las nuevas directrices del Ayuntamiento para controlar los gastos de las juntas municipales.

Las mociones de censura en las pedanías ya están suponiendo un quebradero de cabeza para los socios de gobierno. Los socialistas están viendo cómo ha comenzado el goteo de dimisiones con la salida de los vocales del Barrio del Progreso, que deberán ser sustituidos por otros en tiempo y forma para llegar a la votación. Y no serán las únicas deserciones. En otras pedanías votarán lo que el aparato del partido ha ordenado y después cogerán sus bártulos y harán mutis por el foro, sumergiendo de nuevo a las juntas municipales en una inestabilidad constante, una circunstancia que parece que está dominando este mandato.

Por si lo anterior no fuera suficiente, el PSOE barrunta que deberá prestarle militantes o simpatizantes a los de la formación naranja para completar el puzle en las pedanías en las que Cs es crucial y no encuentra a nadie que le quiera. De momento, hay algún sitio que otro en el que la situación se ha encasquillado por la lógica de un partido que ha ido en franco retroceso y que no tiene claro el futuro.

Ante este panorama, se presentan las mociones de censura en una veintena de pedanías en las que el Gobierno local cruzará los dedos para que las votaciones acaben como las han previsto. De momento, una de las grandes incógnitas es Puente Tocinos. ¿Lograrán los socialistas que el vocal de Cs les vote, o seguirá gobernando el PP? Ahora mismo no hay respuesta para ninguno de los dos planteamientos. El tiempo se agota y la paciencia, también. Por nadie pase.