Me he sentado a escribir de ti, Paco, aquí, en la playa, en este segundo día de octubre al que ya no has visto. Un octubre al que tú cantaste como nadie en un soneto que más abajo transcribiré. En tiempos, no muy lejanos, leía ese soneto tuyo en mis visitas guiadas por el mundo literario en la ciudad de Murcia, justo al entrar a la Glorieta de España, desde la Calle Arenal, viniendo de Belluga. Ese tibio mes de octubre ha venido a llevarte en volandas, con tu sonrisa de huertano sabio y alto poeta español. Porque tu estro, Paco, volaba más arriba de lo regional, aun llenándolo todo en este ámbito: no quedó rincón de la geografía regional que tú no cantases, en estrofa buena de medida exacta o en acierto melódico de verso libre. Los clásicos grecolatinos que tú glosaste en verso culto habrán salido a recibirte con una muy terrenal corona de laurel para ti. Allí estará también tu perro, aquel que por alevosas manos fue sacrificado, y al que tú paragonaste al odiseico Argos. Su cola batirá el aire más que nunca al verte.

Ya tienes obra completa. Obra Completa de verdad; aunque bien sabemos de tu obra inédita también es ingente. Desde la sorna huertana a la sabiduría poética, tu obra ahondaba en todos los temas y perspectivas. Sin olvidar lo amoroso, a tu Teresa del alma dirigido.

No es éste un artículo recopilatorio de tu obra. Mejores plumas hay que la mía para eso. Es un adiós sentido de un compañero de Academia y de letras. Está bien que te hayas marchado en otoño, al principio, cuando octubre promete tibiezas y felicidad climática para todos.

Sin más, he aquí El Otoño:

Agradable de sol y tibieza

llega octubre; oloroso de manzanas.

Llovizna en la ciudad; suenan campanas

en las torres de Murcia: despereza

de su letargo el río, Murcia empieza

a bullir en sus calles; las mañanas

ya refrescan, las tardes son livianas

y nos ganan al fin por su pereza.

Un café. La Glorieta. Rinconadas

donde el sol se remansa, alivia, dora

el cansancio habitual de las jornadas

Grata Murcia de luz consoladora,

dulce clima que animas las cansadas

horas que la existencia nos devora.

Este soneto debería estar en una placa en alguna pared de la Glorieta de España, bien en el Ayuntamiento, el Palacio Episcopal o alguno de los inmuebles aledaños, con la firma del poeta a su pie. Sería un buen homenaje a la poesía, al poeta y a Murcia entera.