Tempus fugit, carpe diem.

Al comenzar a escribir esto y ponerle fecha, me he dado cuenta de que ya estamos en el mes 10 del año, es decir, que antes de tres meses será Navidad. Es increíble a las velocidades que pasa el tiempo. Más vale que si podemos pasar un buen rato lo aprovechemos a fondo.

Para malo, él

Son buenos escritores, y ya está. El viernes, en los medios de comunicación y en las redes sociales se comentaba lo que había dicho sobre las elecciones Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura, en la convención del PP, escandalizándose algunos por lo de ‘la libertad para votar, sí, pero hay que votar bien’, todo el mundo interpretando qué quería decir con eso: que se debe votar a quien a Vargas Llosa le parezca bien, y él ignorando al partido Ciudadanos, para el que pidió el voto en las pasadas elecciones, como si ya no existiera, que sí existe, cuestión esta que manda romana. De todos modos, no debemos escandalizarnos, pueden ser cosas de los premios Nobel de Literatura. ¿Recuerdan las salidas de Cela, con aquello de aspirar agua por el ano? Pues, eso, que debemos recordar sus libros, y no a ellos.

Tenía posibles. Un hombre le está contando a otro, sentados en una terraza, que acaba de llegar de hacer una parte del camino de Santiago: ‘Aquello parece la ONU. Hay gente de todas las nacionalidades. Hablé con una mujer que había venido de EE UU con su perro, y le pregunté si el animal era capaz de hacer una etapa de veinte kilómetros, que es lo más habitual en estos peregrinos. Me respondió que no, pero que ya tenía previsto que, cuando notaba al perro cansado, llamaba por teléfono y un coche venía a recogerlo. Se ve que tenía posibles’. (Me gustó la expresión ‘tener posibles’).

Ojo al parche. Hoy les voy a recomendar a ustedes una serie que considero buenísima, pero cuidado con la recomendación porque puede que algunos la encuentren de todo menos aceptable. Es coreana y se llama El juego del calamar, y, estoy seguro, el guionista, o la guionista que la ha concebido debe estar como una cabra, porque a nadie normal se le ocurre una cosa así, por más que esté escrita con una perfección absoluta, llena de interés por todas partes. Y es apasionante, te engancha desde el primer momento y no puedes soltarla por más que, de vez en cuando, tienes que dejarla y ver un capítulo de Todos los animales grandes y pequeños para relajarte antes de acostarte a dormir. No es que sea violenta, es más, otra cosa mucho más fuerte, pero también es un muy profundo análisis de los comportamientos humanos en momentos extremos. Átense los machos y véanla, si tienen el estómago para ello.

Sirve para algo. Una conocida política en activo me dice: ‘No te puedes imaginar lo que te agradezco tus recomendaciones de series o películas, porque, cuando llego a mi casa, reventá’, me tiro al sofá y no tengo que ponerme a buscar porque tú y yo coincidimos en lo que nos gusta ver’, y añade: ‘Por ejemplo, esa serie argentina, El reino, no se me hubiera ocurrido nunca verla y leí que la recomendabas, la puse y me gustó mucho’.

Desconocimiento absoluto. Me entero por la prensa que Ester Expósito y Alejandro Speitzer han decidido seguir caminos distintos en sus vidas amorosas, y me cabreo porque no tengo ni idea de quiénes son ninguno de los dos. Me falta información, leñe.

Planes. Un niño, de unos ocho años, a su padre, paseando por el Malecón de Murcia, el domingo por la tarde: ‘¿el próximo fin de semana con quién me toca, con mamá o contigo?’ ‘Conmigo, hijo’ responde el padre, ‘mamá se va de viaje de trabajo y vuelve el martes’.

Mala baba. Un hombre con este periódico en la mano y con cara de cachondeo le dice a su compañero de café en la ventana de un bar: ‘Estoy deseando que llegue Isabel Díaz Ayuso a la convención del Partido Popular, a ver qué pasa’.

Tragedia. Y no nos olvidemos de La Palma, que diría Forges.

He visto en el tráiler que el malo de la película nueva de James Bond es Rami Malek, el que hizo de Freddy Mercury en la película Bohemian Rapsody, y de protagonista en la serie Mr. Robot. Es un buen actor, pero el mejor ‘malo’ de todas las películas de James Bond ha sido sin duda Javier Bardem, que en Skyfall lo bordaba. Daniel Craig llegó a decir que, en el rodaje, Bardem a veces le daba miedo de verdad. ¿Lo recuerdan ustedes en No es país para viejos? Es que producía escalofríos. Y le dieron el Óscar.