Erupción. Esta semana ha sido la del volcán . Yo creo que todos hemos imaginado lo que sentiríamos cada uno de nosotros al ver cómo la lava destruye tu casa, todo lo que tienes, tu vida completa entre esas paredes. Qué impresionante, ¿verdad?, y qué terrible situación. He visto al rey Felipe por allí, a ministros y al presidente del Gobierno. A ver si es verdad que se ponen todos en marcha para tratar de paliar tanta tragedia. Es que se te partía el corazón al ver a los vecinos, y también recordaba el terremoto de Lorca con imágenes que no he podido borrar de mi cabeza.

Miedo. Una mujer habla por teléfono, en la puerta de una tienda: ‘El año pasado mandamos a Víctor a un campamento a la isla de La Palma. Estuvo allí un mes y nos contó que era un sitio precioso y que se lo había pasado muy bien. Nada más que pensar que hubiera podido ocurrir todo esto con mi hijo allí, me dan escalofríos’.

De cerca. He estado cerca de dos volcanes, el Vesubio y el Etna. El primero es acongojante (lo otro). Es una mole altísima y hay casas por todas las laderas. Si hubiera una erupción sería una tragedia tremenda. Muy cerca está Pompeya, cuya visita recomiendo mucho. Y el Etna, cuando estuve allí, estaba en erupción, como casi siempre, y, por la noche, desde el hotel veíamos las explosiones y la lava en pequeñas cantidades. De día, subí hasta donde estaba nevado, en la cumbre, y comencé incluso a trepar hacia arriba, pero, cuando vi el humo saliendo por el cráter, me di la vuelta y me fui de Sicilia lo antes posible.

Un poco mayores para eso. Estoy viendo la tercera temporada de Sex Education, una serie que está bastante bien en general, y que, incluso, a veces, es muy buena. Pero una vez más pasa lo de siempre con estas películas o series de adolescentes, que los protagonistas van haciéndose mayores y ahí siguen, en el instituto, con caras aniñadas a golpe de maquillaje. Miro en Internet, y una de las protagonistas principales tiene 24 años, y su chico 22, y ahí los tienen, yéndose de viaje de estudios con sus profesores y cantando a coro en el autobús, como niñatos. Esta serie es inglesa, pero pasa lo mismo con Élite, por ejemplo, que ya están todos más que carlancos y da un poco de risa verlos con los uniformes escolares.

Crítica terrible. Una lectora- amiga me escribe y me dice que la serie Jaguar, recién estrenada y protagonizada por Blanca Suárez, es mala, y me lo dice por WhatsApp utilizando el emoticono marrón con dos ojos, un poco en forma de volcán también, tan expresivo.

No se la quitan ni al aire libre. Una mujer a su marido, andando por la calle, a las once de la mañana: ‘Mira, Juan, aquí lleva mascarillas por la calle casi todo el mundo’. Observo que lo que dice es verdad. Solo tres o cuatro personas de las aproximadamente veinte que abarco con la mirada no lleva mascarilla. Y son de todas las edades, desde niños a muy mayores.

No se lo creen. Tres hombres mayores están hablando en el jardín de Santa Isabel, en Murcia ciudad. Uno de ellos dice: ‘No sé qué demonios tienen los fachas contra los LGTBI. ¿Es que no habrá fachas que no sean heterosexuales puros? ¿Todos machos? No me lo creo’. Otro de ellos, el más viejo, casi un anciano, dice: ‘Ni yo tampoco’, y se ríe un poco sardónicamente.

Otros militares. Quiero destacar aquí el trabajo que está llevando a cabo la Unidad Militar de Emergencias ahora en isla de La Palma y hace poco en los incendios de Málaga, o en cualquier otro lugar donde ocurra una catástrofe. Cuando los vemos en televisión, ayudando, arriesgando, luchando por salvar vidas nos generan una tremenda admiración. Y ya, cuando los jefes hablan en entrevistas en los lugares a los que acuden y observas la tremenda preparación que tienen, su empatía con los demás, es cuando, nosotros, los que hicimos la mili, vemos que estos militares son bien distintos a los que conocimos, hace muchos años.

Reconocimiento merecido

Promovido por ExLibris, se celebró el jueves un acto de homenaje a José María Álvarez, magnífico poeta, escritor y traductor, uno de los personajes más interesantes que ha dado esta Región en los tiempos que vivimos. Nunca olvidaré las reuniones de amigos (y amigas) en su casa hace muchos años, las charlas con él, sus lecturas de poemas que todavía no había publicado, a altas horas de la noche, con una botella de ron sobre la mesa. Su gran libro Museo de cera sigue estando cerca de mí, y de vez en cuando lo abro por cualquier página y siempre me dice algo nuevo, siempre me hace pensar, degustar las palabras, situar las citas que utiliza. Es un libro que te alimenta, te da vida, y agradeces que alguien lo haya escrito. Un gran poeta, José María Álvarez. (¿Recuerdas, Pepe, la noche que me llevé el manuscrito de Museo de Cera a mi casa? El susto que pasaste por si lo perdía)