Esta semana dos palabras han llamado mi atención en este mundo de sobreinformación y ruido, dos palabras, satán y maricón, han sido trending topic en redes sociales. Una me ha causado simpatía por la historia que lleva detrás y la otra ha reafirmado mi pensamiento en torno al rechazo a los delitos de odio.

Empezaré por hablar del triunfo del amor y lo mucho que tenemos que agradecerle a Satán: un obispo cuelga los hábitos por una escritora de novela erótica satánica, ¿no les parece una fantasía? Los placeres de la carne y el amor han sido más fuertes que Dios y sus reglas, y menos mal. El obispo en cuestión defendía ideas más propias de la Edad Media: terapias para curar la homosexualidad, las parejas de hecho y el aborto los considera un ataque a la Iglesia, practicaba exorcismos y a nivel político ha sido un ferviente defensor del pruses y animó a votar en el 1-O.

Es curioso cómo la Iglesia y sus jefes piensan ahora que deja el trabajo por amor, qué está poseído por el maligno y no antes, cuando tenía un púlpito, un altavoz donde en pleno siglo XXI decía que la homosexualidad es una enfermedad provocada por la ausencia de la figura paterna. No tengo más que palabras de agradecimiento a la novela erótica satánica, a la escritora que lo enamoró, al maligno y al amor por sacar a este señor de una institución que huele a cerrado.

Ojalá lo sucedido pueda abrir un debate en torno a la iglesia y de cómo ya va siendo hora de dejar a las mujeres tener un papel más relevante y que puedan oficiar misas, o dejar el celibato a un lado y permitir que los sacerdotes puedan casarse. ¡En qué mundo vivimos! Sacúdanse la naftalina, Jesucristo eligió a hombres casados como San Pedro y San Pablo para evangelizar, pero, claro.. creo que si Jesucristo levantara la cabeza y viera lo que el hombre y el poder han hecho con su Iglesia, igual no estaría muy de acuerdo con el negociazo, los abusos y violaciones, la riqueza, … En fin, al menos hoy, Satán 1- Dios 0.

La otra palabra, maricón, ha vuelto a demostrar que el ruido y la contaminación mediática distraen de lo importante y la realidad. Los delitos por discriminación sexual en nuestro país se han triplicado en los últimos años y sobre esto ninguna noticia falsa debe distraernos, ni de la importancia de condenar en firme la violencia, el asesinato o la agresión a ninguna persona por su identidad sexual, raza o religión.

No podemos permitir que vuelva el miedo, que muchas personas sientan miedo por cogerse de la mano o expresar su amor en público, que muchas madres sientan miedo porque sus hijos amen a alguien de su mismo sexo. Por esto nadie me va a quitar la idea de que los grupos de violentos que salen a la calle a la caza de ‘maricones’ tienen cómplices en las instituciones y, lo peor, gobiernan con las alianzas de un Partido Popular que se pone de perfil en la condena de agresiones homófobas, politizando el discurso, desviando el mensaje. Nuestros derechos y libertades deben ser defendidos por todos los partidos políticos sin fisuras. Basta de blanquear a un partido que no nos mira a todos por igual; basta de permitir que ocupen un lugar en nuestras instituciones, hay que plantarles cara, hay que salir a la calle y, sobre todo, hay que votar.

Amaos los unos a otros como yo os he amado, sabias palabras que un sacerdote ha sabido entender, mientras otros pronuncian el nombre de Dios en vano y desprecian, agreden y rechazan al prójimo. Amor y odio podría ser el título de una novela turca, pero en este caso es nuestra realidad, y está claro que sobra uno. ¿Estamos de acuerdo?