Al contrario, los que aun sabiendo que un edificio se derrumba callan, tienen una gran parte de culpa de lo que pueda sucederle.

La situación en la Región de Murcia sigue su caminar como alma en pena, cada vez me recuerda más al gran actor Miguel Rellán en la maravillosa película El bosque animado, cuando se cruza con el Bandido Fendetestas (Alfredo Landa), un ‘alma en pena’, Fiz de Cotovelo, condenado a vagar por la fraga hasta que un cristiano peregrine descalzo en su nombre a San Andrés de Teixido.

No hace falta ser un sociólogo o que la Asamblea Regional te rocíe de miles de euros para realizar encuestas a medida, para darse cuenta de que la Región de Murcia corre el grave riesgo de caer sumida en la resignación, y que cualquier cambio político se aleja más y más, peor aún, los únicos vientos de cambio que se vislumbran llegan por estribor (derecha si miramos desde la popa a la proa).

La alternativa al Ejecutivo regional la sigue liderando, casi en exclusividad, el Gobierno de la nación, y en esta batalla quien juega en casa tiene todas las de ganar. 

Sólo el poder municipal se perfila como una alternativa a más de veinticinco años de poder popular, que sigue demostrando ejercicio tras ejercicio a nivel autonómico que gana tanto por méritos propios como por deméritos de la oposición, incluso, en algunos asuntos, vence por incomparecencia del adversario.

Tenemos una consejera de Educación negacionista (la única miembro de un Gobierno autonómico en España que se niega a vacunarse, poniendo cada día en evidencia al consejero de Salud, que sigue, responsablemente, pidiendo a la sociedad que se vacune), que amenaza con sanciones a quien no se ponga las mascarillas, unos sindicatos que se sientan a negociar con ella sin rubor, a pesar del desprecio sistemático que se realiza a la educación pública en favor de la privada.

Si a esto le añades que una parte del Gobierno regional, no solo son declarados tránsfugas, sino que están demostrando que formar parte de una cosa tan seria como es ser miembros del Ejecutivo les viene demasiado grande, el resultado no puede ser otro que un Gobierno con demasiadas vías de agua abiertas.

Pero el problema no es si el Gobierno es creíble o no, si es legítimo o ‘ilegítimo’, el verdadero problema es que apenas la sociedad vislumbra una alternativa fuerte y con músculo. 

El PSOE votó a favor de la Ley del Mar Menor, atándose de pies y una mano, no de las dos, dejándolo ahora en una posición un tanto incómoda, pues como muchos expertos y científicos advirtieron, era una Ley que nacía condenada al fracaso. Estoy seguro de que cuando se levantó la mano, se hizo por responsabilidad, pero ésta no se demuestra así, sino poniendo una alternativa, y es que algunos confunden lealtad institucional con miedo.

Si alguien quiere cambiar el destino de esta Región antes de que vuelvan a «en nuestros balcones sus nidos (banderas) a colgar», si alguien pretende virar el barco a babor, sería bueno que empezáramos a ser leales y advirtamos de lo que puede ocurrir si el viento de estribor sigue soplando con fuerza. ¿Nueva? No, solo con fuerza.