En el perfil en Facebook de un… (bueno, diría —parafraseando a Shakespeare— que «algo más que conocido y menos que amigo»), leo su ‘firme decisión’ de abandonar la poesía. «No me importa ya nada […] He aprendido a negarme a sus reclamos y si alguna vez insiste, importuna […], hasta el extremo de impedirme vivir sin ella, no pensar en ella, simplemente busco alguno de los viejos cuadernos (en casi todos quedan páginas en blanco) y voy copiando tal cual lo que me dicta. Después dejo esos viejos cuadernos otra vez en ningún sitio y poco a poco, sin demasiado esfuerzo, olvido tanto dónde los puse como qué había en ellos... Es cierto, lo sé, que soy humano, y a veces he llegado hasta a enseñar algunos de esos borradores, o incluso a publicar en alguna revista literaria, por la insistencia de amigos (¡excusas: vanidad, ese inhóspito país!) hasta aquel que parecía declarar claramente la derrota, la rendición final: la excepción que confirma una evidente, obstinada, incontestable realidad».

«¿Lo dices en serio?» pregunta alguien al pie. «Totalmente —contesta él—, por mucho que de algunos comentarios parezca deducirse que se lo han tomado a coña. Durante años creí que se podía luchar en este mundillo y obtener resultados, pero como Felipe II con la Invencible, todo fue enviar barcos contra tempestades… Y, si bien se piensa, tampoco es para ponerse trágicos: a la edad que pronto cumpliré, Gil de Biedma había dejado de escribir poemas hacía una década, así que no pasa nada porque yo —que no soy nadie a su lado— haga lo propio ya bien sobrepasados los cincuenta».

Otra intenta reconvenirle: «Quien es sensible a la vida jamás dejará de ser poeta. La vanidad del artista es humana, pero no hay que temer a ciertos sentimientos, sólo aprender a dominarlos, saber vivir con ellos... Anímate, probablemente sea uno de esos baches que como llegan se van, te habla la voz de la experiencia, que la vida ya me ha dado demasiados palos. Siempre llevarás dentro de ti la poesía, ¿te das cuenta que hasta para decir que la abandonas, lo que escribes es un poema?». «Eres sabia como la antigua madre, y ojalá tuvieras razón», le contesta él. Y añade: «Te agradezco mucho el comentario, como al resto de amigos/as que, con ironía o sin ella, han querido ponerlos, porque para cosas como esta un simple ‘Me gusta’ queda bastante ambiguo... Pero fíjate que son veintiocho ‘Me gusta’ de un total de casi mil quinientos ‘amigos/as’ —más de dos tercios de los cuales escritores/as—...».

Y a estas alturas me planteo si yo mismo debería ponerle un comentario: que abandone las redes sociales en vez de la poesía.