Se conoce con este nombre a la condición en la que se experimenta por parte de más de un individuo idéntico parecer o sentir. Suele emplearse en referencia al resultado de decisiones en las que hay consenso total entre los miembros deliberantes, generalmente en tribunales, así como en acuerdos de singular importancia en los que es preciso que se dé unanimidad para evitar las dificultades que conllevaría revertir la decisión adoptada.

El término está relacionado con el numeral unus (uno solo) y los sustantivos latinos animus (carácter, coraje), y anima (respiración, aliento), emparentados a su vez con el griego ánemos (viento sutil), y con el mismo significado de spiritus (espíritu, condición), de spirare (soplar), presente en otros verbos como ‘suspirar’ o ‘respirar’. Todos ellos son sinónimos de ‘vida’, y también se acostumbra a emplear en referencia a la relación amorosa, en la que es común oír hablar de ‘almas gemelas’, lo cual no implica un pensamiento único y monolítico, sino complementariedad, que procura a la pareja armonía y equilibrio.

Virgilio en un verso del libro IV de la Eneida hace que Dido, la reina de Cartago, se dirija como alter ego a su hermana Ana con la expresión dimidium animae meae (mitad de mi alma) cuando, en medio del fragor de sus sentimientos encontrados, desesperada ante el inminente abandono de Eneas, se dirige a ella.