Antes de que termine el verano, el Itinerante quiere volver a una de sus aficiones favoritas: interesarse por el origen de los nombres de las calles y de las plazas. No es la intención volver al asunto del aeropuerto. El interés se centra más en los cambios que se han producido en muchos municipios, en los que, por agradar a ciertas personas de alguna relevancia, ponen su nombre a una calle. Y en esto la cosa le revela.

Ha preguntado a mucha gente de la capital quién fue Alfaro, o el Marqués de Camachos, o Vinader, o Cetina. Incluso sobre el Teniente Flomesta casi nadie sabe nada, y eso que ha podido ser homenajeado por lo del centenario del desastre de Anual, en el que participó. Algunas de estas calles tuvieron el nombre original de La Palmera, El Arenal, la Puerta del Sol, calle de la Acequia.

Esta cuestión le lleva a fotografiar rótulos, y si se puede, conocer sobre su origen. El lector habrá visto alguno de ellos. Y resulta interesante comprobar en muchas ocasiones que, en vez de poner nombres de personas que resultarán desconocidas dentro de un tiempo, titulan con el gnérico, así que ¡vaya usted a saber a qué poeta fue dedicada esta calle de una pedanía de Caravaca! Pero está bien así.