CABEZA DE NIÑA

José Moreno Cascales.

«Una escultura no es sólo una imagen, son muchas imágenes», dice Antonio López, y así es que un bulto redondo o volumen tiene tantas perspectivas, imágenes, como queramos buscarle. 

Pero no solo obtenemos con ellas el placer visual. La escultura es también textura y nos invita a disfrutar del tacto, siempre que podamos y nos dejen, por supuesto. 

En esta ocasión dejamos los pinceles y el caballete para acercarnos a las espátulas y torno de modelado, a la arcilla primigenia, primera intención del escultor, y con ella a tres murcianos que coinciden en arte y nombre de pila.

El primero, quizás el menos conocido para el gran público, José Moreno Cascales (Murcia, 1910–1982), más conocido como Pepe Manú, por su actividad de floricultor en el desgraciadamente desaparecido Huerto Manú, lugar emblemático frecuentado con asiduidad por artistas. 

Formado en la Escuela de Artes y Oficios de Murcia, donde ejerció en la década de los 70 como profesor de modelado, alternó sus dos actividades con natural sencillez. Obtiene en el terreno de la escultura numerosos reconocimientos a nivel local entre los años 30 al 50, culminando su carrera con el premio Salzillo en 1965, lo que deja patente sus grandes cualidades artísticas, aunque posteriormente haya caído en un injusto olvido.

Con influencia de su maestro José Planes, la figura femenina y la infancia son sus temas recurrentes, especialmente este último y siempre inspirado en sus propias hijas, que sin duda sirvieron de modelos para estas ingenuas y deliciosas creaciones, generalmente en barro o escayola patinada, como es el caso de esta cabeza de niña.

MUJER NO MALTRATADA

José Hernández Cano.

La pandemia quiso deslucir la exposición antológica en el MUBAM sobre la espléndida obra de José Hernández Cano (Murcia, 1932 - 2017), aún así fue un éxito de público y el reconocimiento póstumo que merecía este gran escultor. 

Tuvimos la suerte de ser el taller de restauración encargado de la puesta a punto de las obras expuestas y, de entre ellas, una especialmente llamó mi atención por el título, inciso en el modelado por el autor: Mujer no maltratada.

La bella y estilizada figura femenina, con ese elegante canon tan característico de Hernández Cano, posa en ondulante contraposto mostrando plenamente su desnudez, con la cabeza inclinada, los ojos entrecerrados y una sonrisa melancólica, nos transmite la placidez de su paz interior. Puede que esas manos unidas no sean casuales y expresen el agradecimiento por una vida sin miedo o dolor. 

Los modelados en barro de Hernández Cano tienen, además de la belleza del volumen, el aliciente de esas cuidadas pátinas en trampantojo de intención metálica en las que tanto trabajó el autor, como complemento final de su obra. 

DESNUDO

José González Marcos C. 1970

El último de los escultores de nuestra selección de hoy es José González Marcos (Murcia, 1940 – 2014). Su formación, como en otros momentos de la historia del arte, parte desde muy joven como aprendiz en el taller de su tío, Juan González Moreno, complementándola más tarde con estudios en la Escuela de Artes y Oficios. 

No podemos hablar en este caso de una temática concreta que marque la producción de este artista intuitivo, aunque es significativa la cantidad de desnudos, en los que con diferentes técnicas nos muestra la voluptuosidad de las formas femeninas. En los torsos desmembrados nos parece ver una alusión no intencionada a la antigüedad clásica, de la que el autor siempre quiso alejarse.

Y a propósito del placer táctil de la escultura; en una entrevista le preguntaban a González Marcos por sus preferencias en cuanto al tamaño de la obra, su respuesta fue la siguiente: «Sí. Realizo mis obras con pequeños volúmenes. Es la única forma de que puedan moverse entre las manos, de que puedan acariciarse».

Acariciemos, pues, este pulido barro, gocemos de su visión y su textura.