Si de algo estoy segura es de que todos en algún momento de nuestra vida hemos querido desconectar del mundo. Apagar la televisión, el móvil y no querer saber nada de nadie.

¿No os ha pasado que hay épocas en que cualquier cosa os saca de quicio? Son tonterías que en otra situación ni nos pararíamos en ellas, por eso a veces necesitamos resetear, vaciar todo el estrés que llevamos para que todo sea mucho más fácil, incluso más divertido, para volver con más fuerza. Porque no solo lo sufrimos nosotros, si no también quienes están a nuestro alrededor 

Pero también pasa justo cuando sucede todo lo contrario, Sí, cuando somos tan felices que no tenemos ganas de perder el tiempo con nadie, ni con gente tóxica ni con compromisos, cuando solo nos importa vivir nuestra felicidad, esa que tienes en tus manos pero que no sabes cuánto va a durar y por eso mismo quieres exprimirla y vivirla a tope cada segundo 

Yo ahora mismo me pondría en Modo Avión. Dejaría las redes sociales y desaparecería. Mi verano ha sido el mejor verano de mi vida. Hacía años que no veía tantos atardeceres, hacía picnics en la playa, encontraba tantos amigos por el camino, los conciertos y, sobre todo, tú. 

Este verano he alquilado una casa en La Manga con unas amigas y en quince días ninguna hemos encendido la televisión. Sí, os lo juro. ¡Yo todavía me sorprendo! Pero es que cuando estás a gusto, cuando las horas parecen minutos y los minutos segundos no necesitas nada más.

Así que si alguna vez sentís la necesidad de desconectar, hacedlo, porque hace falta, porque todos nos merecemos vivir nuestro momento sin pensar en mañana. Leiva ya lo dice en su canción, canción que por cierto escucho casi todos los días: 

«Vive como si ya no te jugaras nada, como si fueras a morir  mañana». 

Y ¿sabéis qué? Que llevo mucho tiempo haciendo lo contrario, pero a los grandes hay que hacerles caso y a partir de ahora viviré cada minuto como si fuera el último.