Úrsula corría por el techo de un tren en marcha; al pasar por el puente del río Misuri saltó al agua. Los disparos no le alcanzaron.

-Impresionante, Úrsula. No tendremos que repetir la escena -le dijo el ayudante de producción.

-¡Afortunadamente! Ya no estoy para estas cosas. Creo que esta ha sido mi última escena arriesgada.

Úrsula era doble de cine, también había hecho sus pinitos como actriz de reparto; su cuerpo estándar le dio la oportunidad de doblar a actrices famosas, unas veces en escenas arriesgadas y otras en escenas sexuales, donde la estrella sentía vergüenza o no cobraba lo suficiente para mostrar su sexo. Su agente había firmado el próximo trabajo, se trataba de la nueva versión cinematográfica de la novela Thérèse e Isabelle (1966), una historia de amor entre dos chicas en un internado francés, en la que Úrsula sería la doble de Thérèse.

Úrsula había quedado con su amiga Alba durante la fiesta de la Gala New York Summit, en la que se premiaban proyectos de desarrollo sostenible. Alba sería la doble de Isabelle. Se dieron un cálido beso en los labios. Úrsula le susurró al oído:

-»Isabelle me besó de arriba abajo. Me cubrió de condecoraciones, yo la colmé de medallas. Se compenetraban las primaveras de nuestros pubis».

- Cariño, cómo te he echado de menos. Qué ganas tenía de que volviésemos a trabajar juntas. ¿Es que ya te sabes el guion? -le preguntó Alba acariciándole la cintura.

-Sólo la parte donde tenemos que amarnos. -Se acercó a su oído para susurrarle. - «El dedo furioso me apuñalaba una y otra vez. Sentía contra mis paredes una anguila inquieta. Me puse a cuatro patas. El dedo salía de una nube para adentrarse en otra. Mis piernas se debilitan en su paraíso. El dedo de Isabelle salió con método y dejó en mis rodillas un charco de placer».

-Úrsula, me estás calentando delante de toda esta gente.

-¿Recuerdas nuestra primera vez?

-Siempre, Henry y June. ¡Qué gran triángulo! Es una pena que nuestros verdaderos rostros no quedaran recordados para la eternidad.

La película, basada en el diario íntimo de Anaïs Nin, mostraba la relación entre ella y el matrimonio de Henry Miller y June. Úrsula y Alba habían doblado a las actrices famosas en las escenas más íntimas. En la fiesta, todos estaban pletóricos entre copas y flashes de la prensa hispanoamericana. Alba levantó la mano, mostrándole con picardía dos dedos.

-¿Cuál prefieres? ¿el índice o el corazón?

-El corazón.

Metió el dedo corazón en el cóctel de Úrsula y se lo dio a chupar. Este gesto no le pasó desapercibido a Donald Tuper, un fan muy enamoradizo. Se acercó con un bloc y bolígrafo.

-Perdonen. ¿Me podrían firmar un autógrafo?

-Sí, claro -Alba cogió el bolígrafo.

-¡Cómo me hubiese gustado interpretar a Henry Miller en su película!

-¿Es usted actor? -preguntó Úrsula por cortesía.

-Aficionado al cine. Tengo todas sus películas -se quedó sonriendo, esperando conversación.

-Discúlpenos -Úrsula cogió de la mano a Alba y la llevó a la calle-. Estoy cansada de los onanistas. Algunos dan un paso más y se vuelven peligrosos. 

-Creo que debemos conocerlo mejor antes de que nos sorprenda con alguna paranoia.

Esperaron a que saliese de la fiesta y le propusieron ir a su casa, con la excusa de que creara un club de fans. Le alegró la idea. El taxi sólo tardó diez minutos en llevarlos a su casa.

-Adelante, os ensañaré mi museo -derrochaba alegría.

-¿Donald, vives solo? ¿En qué trabajas? -indagó Alba.

-Sí. Soy crítico de cine. Especializado en escenas eróticas, je, je, je.

La habitación más grande tenía estanterías con libros y películas, las paredes estaban repletas de posters de actrices. Había un sofá delante de una gran pantalla de televisión.

-Sentaos, voy a traer algo de beber y os enseño mi archivo. -Salió de la habitación.

-No vamos a probar nada, no me fio -dijo Úrsula al oído de Alba. Regresó con las bebidas.

-Soy un romántico cinematográfico. Tengo una buena colección de cine clásico. ¿Queréis ver El Decamerón o La Bestia, de Borowczyk? Es mi preferida, estuvo más de veinte años censurada.

-Preferimos ver lo que tienes de nosotras -dijo tajante Alba.

Puso una secuencia de Henry y June. María de Medeiros y Uma Thurman hacían el amor apasionadamente.

-Sé que sois vosotras bien maquilladas y con pelucas. Ahora estáis aquí, junto a mí, ¡es maravilloso!

-Donald, nos tenemos que marchar. Ya quedaremos para hablar del club de fans -le dijo Úrsula con voz melosa.

-De acuerdo. Perdonadme que no os acompañe a la puerta, es que necesito ver la película otra vez.