Los muchos años que lleva el Itinerante recorriendo los caminos murcianos con Gregorio, el coche, le han dado esa intuición que solo tiene los camioneros y los viajantes (si todavía quedan algunos) que le indica donde se debe parar a comer. Y esto se acentúa si se busca esto en las cercanías de los lugares turísticos. Es cierto que El Itinerante suele viajar solo o a veces en compañía de algún amigo, sin responsabilidades familiares. Esto es consecuencia del trabajo fotográfico que permite una total movilidad.

Desde hace más de 25 años, cuando se desplaza por la zona Mazarrón-Águilas, se detiene casi siempre en una venta que desde la carretera da una impresión de sencillez: La Venta de Los Cazadores, en Cañadas de Gallego. El nombre no viene directamente por esa actividad cinegética, sino por el lugar donde se encuentra. Los viejos mapas lo tienen marcado como Pago de Los Cazadores, y como todos los topónimos de esa zona, se remonta a los siglos XVII y XVIII. En ese tiempo, al parecer, abundaban los lobos y los Concejos pagaban a los cazadores por matarlos.

Volviendo a la Venta, Andrés, el actual gerente cuenta al Itinerante que la primera noticia de ella se remonta a 1921, cuando ese camino era recorrido por trajineros y trabajadores de la abundante actividad minera. Dice que su abuela recordaba que inmediato al edificio había un corral para las caballerías y los carruajes. También hubo un molino, lo que sería una garantía de clientes a los que iban a llevar el grano o a recoger la harina.

Pollo al ajillo, arroz con conejo, lomo a la pimienta, pescado del día forman parte de la carta, y en el centro de la mesa una ensalada basada en el mejor tomate mazarronero que se pueda comer. Y a la hora de pagar se van a sorprender, como lo hace el Itinerante. Mucho menos de lo que se piense.