Fascina escuchar a María Jesús Montero Cuadrado, la ministra de Hacienda y Función Pública, desde los tiempos en que era portavoz del Gobierno y portaba también el espíritu de este equipo que no se sabe si avanza o huye hacia delante, porque esta mujer tiene una charla infinita y singular, como si hubiera desarrollado el habla gracias a que los reyes magos le trajeron un 6 de enero, cuando era Marisu, la niña trianera, a Micaela, aquella muñeca de Jesmar de principios de los años setenta que se anunciaba como «habla y habla sin parar y tiene tres discos distintos» y ahora, cuando coge una pregunta al vuelo y la responde sin pausa, apunta y repite, argumenta y apostilla, se subordina a las subordinadas y goza en las copulativas, se apoya en dos muletillas discursivas y sigue adelante con perorar inclinado, como cuando se adopta la postura de correr, como si trastabillara más que anduviera, como si fuera a caer inminentemente pero sin llegar a derrumbarse, como si el valor maratoniano de Filípides no hubiera sido llevar el mensaje de Pan a Esparta un día después de haber salido de Atenas, sino haber hecho todos esos kilómetros sin dejar de darle a la lengua y batir saliva a punto de nieve en un departir que es un toma sin daca, un dime con diretes, un digo, un Diego, un Yago, un Santiago, un Jacobo, un sanjacobo de jamón y queso en el que nunca se va a quedar sin vocablo que llevarse a la boca porque el monólogo fluye desde el área de Wernicke, en la corteza cerebral del habla, hasta nuestros oídos sin que nada se quede en la punta de la lengua, sin conocer la mudez ni la afasia ni la tregua de un silencio.

La neumonía bilateral del Covid nos ha puesto alerta acerca de la respiración, del «aire que exigimos trece veces por minuto» y, año y medio después, tanto estrés sostenido lleva a la ansiedad de hiperventilar. Por eso se nota que en la plática sin fin ni jadeo de María Jesús Montero se esconde un misterio fisiológico: ¿cómo es capaz de expulsar aire incesantemente sin detenerse a tomarlo por la nariz o la boca? ¿Branquias bajo la blusa?