En el capítulo 9 de la segunda temporada de Friends, «El del padre de Phoebe», Ross Geller rompe el radiador del apartamento de su hermana Mónica y el piso se convierte en una sauna. En un momento dado, en medio de una fiesta de Navidad, Mónica abre la nevera y mete su espalda en el frigorífico, escena que se ha convertido en un meme cíclico que rula de móvil en móvil cada vez que sobepasamos los treinta grados. 

El miércoles pasado, el aire acondicionado dijo «Hasta aquí hemos llegado» a las 15.04 horas en la Redacción, cuando el termómetro de la Plaza Castilla marcaba 35 grados. Podía ser peor. Imaginen que el trágico suceso hubiera ocurrido el día que llegó a la Región la llamada ‘bestia africana’. En ese lunes 12 de julio el mercurio que hay frente al periódico hizo un fundido a negro de la desesperación. 

Con todo, imaginen el panorama. Toda una tarde por delante y con pocas esperanzas de que llegara con premura el del servicio técnico. Eso no se ve ni en las películas. Solo quedaba hacer acopio de ventiladores y esperar que pasara pronto el día. Uno intenta centrarse en escribir, pero se hace complicado cuando una gota resbala lentamente por la espalda. Y detrás viene otra. Y otra. Y con mascarilla, claro. Atrévanse a quitársela para sorber un poquito de agua con mi compañera Isa al lado. Araña. 

Dice Idealista que una de cada dos viviendas de la Región de Murcia no tiene aire acondicionado. Me gustaría pensar que esas casas están en la sierra, en Bullas, en Caravaca. Casoplones con piscina en donde cada cual se remoja cuando se lo pide el cuerpo, como los hipopótamos. Pero sabemos que no es verdad, esas casas con piscina también tienen aire acondicionado. El 48% de viviendas que, como mucho, disponen de ventiladores para hacer frente al calor extremo están ocupadas por las familias más modestas. Y la tarifa astronómica de la luz, por cierto, no ayuda en nada a que más personas estén dispuestas a colocarse un aparato de aire acondicionado en su casa, un bien que parece de primera necesidad en regiones como esta. 

Y mientras las aspas de los ventiladores van removiendo el aire caliente que entra por las ventanas, miro hacia la pequeña nevera que tenemos en una esquina de la Redacción, pensando en cuánto tiempo tardaré en seguir los pasos de Monica Geller en Friends.