Terminó la temporada. Empezaba el año deseando que se acabara. Para mí este 2021 es sólo un trámite, es ese túnel agónico por el que tenemos que transitar hasta llegar a ver la luz, esa luz llena de abrazos, besos con lengua, bailes junto a la multitud que veremos en 2022. Por eso, aunque cansada, me doy con un canto en los dientes, porque hemos sobrevivido a siete meses en los que el caprichoso guionista de 2020 nos ha seguido acompañando y haciendo de las suyas, no me pueden negar que no hemos estado entretenidos. Aunque ojalá nos hubiéramos ahorrado muchos de los acontecimientos vividos, por no decir casi todos.

Lo verán muy lejano, pero el año arrancaba con un tío con cuernos, torso desnudo y sus compinches, mononeuronales todos, asaltando el Capitolio bajo las consignas de un señor de piel naranja que no asumió su derrota electoral. Poca broma.

Sólo llevábamos seis días del año, la pandemia seguía, días antes de arrancar enero había comenzado la vacunación de la población que peor lo ha pasado durante esta crisis sanitaria, nuestros mayores empezaban a ser protegidos. Sánchez anunciaba que en agosto alcanzaríamos la inmunidad de grupo y en aquellos días lo veíamos como algo inalcanzable. La pandemia avanzaba sin tregua, llegaban cepas nuevas, en Navidad muchos se relajaron; la falta de afecto, volver a ver a algunos miembros de la familia, nos llevó al contacto, las fiestas privadas y aumentaron los contagios, llegaron de nuevo los cierres perimetrales y UCIS saturadas, nos dejaban fríos en muchas Comunidades.

Pero para el frío, el que nos trajo Filomena. Guardaré en el recuerdo ver Madrid sepultada por la nieve, mi casa también, y para mi desgracia no tenía una pala debajo de la cama para abrirme paso ante el desastre. Recuerdo estar bebiendo pacharán con Rodrigo en un bar mientras la nieve no dejaba de caer, todo en aquellas primeras horas parecía una anécdota, nunca pensamos que horas más tarde veríamos trineos tirados por perros, gente esquiando en mitad de Callao o yo utilizando el exterior de mi ventana como congelador para enfriar unas cervezas de malta mientras me cocinaba unos garbanzos con chorizo.

Mientras la nieve se descongelaba, el panorama político iba a mil por hora, no en gestión, sino en crispación y reproches. La vacunación era entendida por muchos de manera bochornosa y empezamos a ver en las noticias a cargos y funcionarios públicos que se saltaban las colas de edad, como siempre Murcia a la cabeza del bochorno protagonizaba el mayor escándalo, con la vacunación de cuatrocientos funcionarios públicos, y el obispo, que se hacía pasar por capellán y Berlanga emocionado desde el cielo pensando que era un homenaje.

Llegaba marzo y, con él, el aniversario de la pandemia. Que si el 8M tuvo la culpa de todo, más polarización, crispación irresponsable de la derecha trasladada a la calle. Manipulación, mentiras, postverdad, de un lado, y exceso de propaganda de otro nos ha dejado a nosotros en el medio de una ecuación, lo que ha demostrado la falta de gestión, empatía y política útil para una sociedad bastante cansada.

Y mientras nada cambiaba para sorpresa de nadie, por unas semanas me alejé del ruido, cambié el ordenador y la actualidad política por un walkie talkie y un campo de rugby. Fue un gran aprendizaje, fue intenso, un oasis en el que conocí a gente que se deja la piel por un deporte que me ha enseñado valores que bien podrían aprender nuestros políticos: trabajo en equipo, se admira al rival y tras el partido y darse de hostias, se intercambian visiones de las jugadas, se piden disculpas, las aficiones se sientan juntas y animan con respeto. Ya podríamos ver esto en el hemiciclo, ¿verdad? Eso sí, la pandemia me dejó sin tercer tiempo, ahí lo dejo.

Lo que no vi venir fue una moción de censura, cómo no, en Murcia, que cual aleteo de mariposa generaba el caos político nacional en cuestión de horas. La izquierda, acompañada de los naranjas por unas horas soñó con arrebatarle el Gobierno al Partido Popular tras veintiséis años de éste en eñ poder. No paro de pensar, por qué las cúpulas del PSOE y de Ciudadanos no hicieron un par de ‘preguntaos’ antes de perpetrar el peor plan de la historia, y así enterarse que las cítricas, ni se hablaban y se la tenían jurada, dato que Génova utilizó para ir al mercao y hacer la compra. Aficionados.

Con el panorama que les estoy resumiendo hasta el momento sin olvidar la pandemia, los ertes, despidos, cierres de negocios, muertes, cómo no vamos a estar todos agotados. Estábamos sólo en marzo, con un proceso de vacunación lento, con los políticos haciendo el ridículo, ¿cómo no vamos a ser el país número uno en tomar psicofármacos? Era Errejón quien ponía encima de la mesa la necesidad de un plan nacional de salud mental para mofa de algunos tontos motivaos con escaño, pero muchos dimos un paso al frente y contamos que necesitábamos ayuda, que íbamos al psicólogo, que era y es urgente que en atención primaria en los centros de salud se atienda a la población cansada y con ansiedad.

Mientras tanto, en un mundo paralelo, Ayuso convocaba elecciones, como era de esperar arrasaba y sucedía lo que pasará en la Región de Murcia en 2023, que Vox llegaba al Gobierno de la mano de los populares sin pudor, con sus mensajes racistas y homófobos.

Pablo Iglesias abandonaba la política, dejando su partido hecho un solar, y Mónica García adelantaba por la izquierda a Gabilondo convirtiéndose Más Madrid en el partido de la oposición en la Comunidad. Aires frescos en la izquierda, que junto a Errejón y Más País hacen apretar el culo a la izquierda de la rosa.

Conocimos a Luna y su abrazo nos unió a todos ante el fascismo y el asco que producen aquellos que veían algo sucio en su gesto de abrazar y proteger a quien se había jugado la vida para llegar a un mundo mejor.

Hemos sido testigos de la maldad machista y la violencia vicaria, hemos sido y somos testigos de cómo nos están matando por ser mujeres, nos están matando como a Samuel por pertenecer al colectivo LGTBI, porque lo que te dicen mientras te matan, importa. Nos están pegando por ser distintos, por ser autistas. Nos están amenazando por nuestra religión o raza, ¿y saben lo que pasa? Qué la derecha moderada de este país es cómplice de esta olla a presión. Condenen los ataques, las muertes, esto no es una cuestión de ideología política, es una cuestión de defender los derechos fundamentales de todos.

Se nos fue Battiato y la Carrá, me han vacunado, me he anestesiado estos meses sentándome en Bodegas Alfaro a beber vermú, mientras escuchaba a los flamencos, el Agujetas o el Tío Borrico. He intentado arreglar el mundo, junto a Koldo y Pilar en nuestras noches de primavera, cantando por Califato 3/4 y con Javier y Maria José he hablado de amor y decepciones brindando con mulas de Moscú. El Año del Descubrimiento ha conseguido premios por todo el mundo, incluyendo dos Goyas, mientras algunos echan espuma por la boca. Y la música y los conciertos han vuelto para alimentarnos el alma. Estamos en mitad de una quinta ola que necesita más vacunas para los adolescentes y encerrar a los negacionistas sin salir, seamos prudentes que al final la cagamos y eso es muy nuestro.

Les quiero agradecer estos meses que hemos pasado juntos cada domingo, cierro la persiana de la actualidad.

Para los que no me soportan en silencio pronto tendrán malas noticias, y para los que disfrutáis con mis letras estad muy atentos, lo de irse de vacaciones es una ordinariez y yo he venido a jugar.

Hasta muy pronto.