Qué, creíais que este verano no iba a hablar de amor? Qué poco me conocéis. Y más si se trata de los amores de verano. Desgarradores, fugaces, apasionados… Esos amores con final programado, principio inesperado y un cúmulo de sensaciones y locuras que solo se viven bajo una puesta de sol disfrutando del mar o en las noches infinitas en la playa.

Estos amores suelen ser los más intensos y breves, pero también los más recordados. Los amores pasajeros siguen en el recuerdo y forman parte de nuestra vida.

La verdad es que con los años esto de los amores de verano se va perdiendo. Bueno.. el de verano, primavera, otoño e invierno, ja, ja. Pero fuera de bromas, se sabe que la llegada del calor suele predisponer mejor a las parejas a la intimidad. Tengo muchos amigos que son Aries como yo y si hacemos cuentas, Abril, 9 meses..

Pero los amores de verano no siempre tienen final, en ocasiones ese amor de verano logra perdurar en el tiempo. Eso sí, luego aguanta a la pareja contando su historia cada vez que coinciden con los amigos, pero vamos a lo importante. Varios estudios han comprobado que la seretonina está mucho más presente en nuestro cerebro durante el verano gracias a la luz y a las temperaturas cálidas. ¡Hasta en el amor hay algo de ciencia! Y también más testosterona, más vida social y menos ropa.

A mí me encantaría contaros un amor de verano de los de película, pero es que no lo he vivido y no puedo mentiros. Yo tenía apenas 15 años, él era belga y no hablaba ni papa de español. Siempre alquilábamos la misma casa junto a mis abuelos y tíos, El Arpón, en la Manga. Pues bien, niña enamorada que era lo buscaba como una loca por toda la urbanización, apuntaba las horas a las que solía ir a la piscina y me hacía la encontradiza. Pero entre el idioma y que nunca se fijó en mí ni pude llegar a conocerlo,así que fijaos mi desastre de amor de verano, aunque ahora que lo pienso me libré de aprender el flamenco, que muy fácil no tiene que ser, ja, ja.

Los hemos visto en películas o leído en libros, pero la verdad es que normalmente son relaciones fugaces. En mi caso no supuso ningún trauma, pero qué rabia me da no tener una amor de verano para contaros. En fin, que, aunque muy intensas, la verdad es que la mayoría suelen terminar junto al periodo estival, así que cómo diría Sabina, el amor de verano dura lo que duran dos peces de hielo en un wisky on the rocks.