El itinerario del Río Segura suele ofrecer sorpresas al visitante. Entre ellas resultan interesantes los diseños milenarios de los sistemas de regadíos. Parece ser que su origen se remonta a las culturas egipcias o incluso antes. La cosa parece sencilla: en los lugares más adecuados se construye una suerte de presa que deriva parte de las aguas por las acequias. La más conocida de estas obras hidráulicas es la Contraparada. Pero si se remonta el curso del río van apareciendo otras de factura más antigua.

Aunque no existe una documentación precisa sobre la historia de los regadíos de la huerta de Cieza, la toponimia de algunos rincones asegura que ya funcionaba en tiempos de los árabes. 

El Itinerante suele visitar ese territorio, y no solo con motivo de la espectacular floración. A unos diez kilómetros hacia el norte se puede tomar el camino que bordea el río y descubrir dos azudes o presas, al parecer bastante antiguos. 

Y muy cerca se ha habilitado una arboleda con mesas donde disfrutar de un fantástico concierto de todo tipo de aves.

De Siyasa se hablará otro día, cuando pueda visitarla el Itinerante.