Ei yo fuera como usted, don Isaac, le diría: «¡Si tienes cojones, ven a Murcia a decir eso!». Y eso, lo que ha dicho, es que le hubiera gustado que su sucesor en el récord de España de no sé qué especialidad atlética, que ha batido el muleño Katir, tuviera dos apellidos castellanos. Ojo, ha dicho castellanos. O sea que Ferreiro Daponte, Aguirre Zugazagoitia o Gimbernat Torrent tampoco le hubieran servido. No es que haya metido usted la pata, don Isaac, es que ha demostrado tener metida la pata desde la nacencia. Lo suyo es racismo puro y duro. A un paso del Kukuxklán. Sin ambages. Nos ha recordado a todos aquellos versos de Machado, sevillano que conoció bien Castilla: «Castilla miserable / ayer dominadora / envuelta en sus harapos / desprecia cuanto ignora». Qué pena, don Isaac. Y qué mal perder que tiene usted: saber perder es el máximo galardón que puede tener un deportista. Y paso de largo por las suspicacias que ha lanzado sobre la limpieza orgánica de Katir.

Si fuera un pecado, que lo es en el fondo, debería ir usted de inmediato a confesarse. Pero de nada le valdría. Lo que ha dicho le ha salido del corazón más profundo. No convencería su arrepentimiento. Ni tendría contrición alguna. Y todo arrepentimiento sería fingido. Es usted un pueblerino, don Viciosa, y no porque viva en un pueblo. Conozco habitantes de pueblo perfectamente universales. Usted, aunque viviera en Nueva York sería un pueblerino. Se ha puesto usted a la misma altura de aldeanismo que los dirigentes catalanistas del ‘prucés’, que se pasmaron por la universalidad que España les dio la oportunidad de lucir al mundo de ser gente abierta y próspera, y se recluyeron de inmediato, pasados los Juegos, en el aldea de Astérix, pero sin gracia. Usted tampoco la ha tenido con esa explosión de abertzalismo castellano. Usted ha despreciado a la etnia de Katir, que, por si no lo sabe, puede que sea la misma de tanto español de ocho apellidos castellanos. Eso, dando a los apellidos consideración de ADN, asunto absolutamente erróneo, como no sé si sabrá.

Claro, imagino lo frustrado que se debió sentir por Di Stéfano o por Kubala y tantos otros que quebraron la endogamia patria. Bien, termino: no crea usted que representa a Castilla, ni siquiera a Palencia o a su pueblo, cuyo nombre omito por evitarle el oprobio que su excluyente racismo le ha causado. Usted sólo se representa a sí mismo. Y no se atribuya el criterio de señalar qué apellidos son castellanos de los que no. Goce en la charca de su pueblerinidad interior. Agur.