Es un clásico. Aludir a la herencia recibida, un argumento recurrente que los partidos utilizan para justificar su incompetencia o para socavar los cimientos a sus contrincantes políticos. Los populares en el Ayuntamiento no son ajenos a esta tendencia y numerosas iniciativas que han anunciando o puesto en marcha el nuevo Gobierno local se lo apuntan a su marcador, intentando hacer ver que los socialistas y los de Cs no tienen otro proyecto para la capital de la Región que la hoja de ruta marcada por el anterior alcalde.

En esa estrategia que, al principio fue adecuada, pero que ya se va hacienda cansina, no siempre aciertan. Incluso, a veces, dejan al descubierto sus debilidades y su falta de voluntad a la hora de ejecutar proyectos que ellos mismos anunciaron, paralizaron o guardaron en un cajón. Es decir, se pegan u n tiro en el pie con tal de criticar al adversario que en determinadas cuestiones no tiene más remedio que seguir la senda marcada, sobre todo, en proyectos estratégicos.

Rentabilizar la herencia recibida, resmasterizarla y hacerla pasar como idea propia no es nuevo en el tablero político. Si se echa la vista atrás se pueden contar numerosas iniciativas que han saltado de mandato en mandato hasta acabar en un equipo de gobierno que las ha materializado. El que fuera alcalde durante 20 años de Murcia, Miguel Ángel Cámara, se apuntó unos buenos tantos de lo que le dejó encima de la mesa su antecesor, José Méndez. Los nuevos puentes sobre el Río Segura, encargados a insignes profesionales; la recuperación de la plaza del Cardenal Belluga o la edificación del Moneo, conocido mundialmente por premios que atesoró, son algunos de los ejemplos heredados y que demuestran que la política municipal tiene un hilo conductor en muchos aspectos que no se puede romper.

El propio Ballesta también heredó de Cámara una serie de ideas que llevó a cabo con éxito y cuyo equipo exhibe con orgullo. La prueba palpable es la peatonalización de Alfonso X El Sabio, la construcción de carriles bici y una parte de Murcia Río, el proyecto estrella del anterior alcalde, que recogía parte de las previsiones del alcalde más longevo de este municipio en lo que respecta a zonas concretas como Barriomar.

Los populares dicen ahora que el alcalde Serrano y su equipo han presentado un plan de movilidad similar al suyo, arrogándose la autoría de las mejoras que se puedan hacer en el transporte público. Lo que no ha explicado el grupo municipal es que su plan también se inspiraba en el plan de movilidad de Cámara, contando prácticamente como única novedad un tranvibús (marca Ballesta) que ahora parece que ha quedado en el limbo.

No obstante, los populares llevan parte de razón y la justificación hay que buscarla en que las mejoras del transporte público están siendo planificadas por una serie de técnicos que llevan años intentando cuadrar unas previsiones para el autobús que no convencen a todo el mundo, que están supeditadas a la llegada de fondos económicos y que se van alargando en el tiempo hasta quedar obsoletas. Un bucle continuo encasquillado durante demasiados lustros y que cuenta en la actualidad con elementos adversos que amenazan nuevas parálisis. El transporte público necesita no solo un plan sino voluntad política para llevarlo a cabo, un aspecto de esa ecuación que no se ha dado en este tiempo.

El municipio de Murcia, desde que se redactó su último Plan General de Ordenación Urbana hace casi veinte años, ha contado con distintos planes de movilidad. Cámara realizó varios, uno bastante completo con iniciativas novedosas para el contexto en el que se planteó. Ese fue su último proyecto fallido, que retomó su sucesor en 2019 que, a su vez, ha remendado Serrano. ¿Será esta vez la definitiva y algo se moverá? ¿O asistiremos a otro gatillazo? Por nadie pase.