Los besos que no nos dimos, los abrazos que calman nuestra tristeza, la soledad no elegida, el miedo, las noches infinitas sin dormir, y la pérdida de tantos seres queridos. Un año y medio robado por el Covid. Nuestros hijos lo estudiarán en los libros de texto pero nosotros todavía no lo hemos asimilado.

Ahora subimos orgullosos a las redes sociales nuestras fotos mientras nos vacunan, empezamos a enseñar nuestra sonrisa por la calle y algunos trabajadores vuelven a sus puestos de trabajo, algunos; por desgracia, no todos; aún así con el comienzo del verano vemos con más optimismo esa luz al final del túnel y es que el verano debería ser eterno. Con sus tardes interminables, sus puestas de sol, sus noches de duende y ese mar infinito.

Esto no ha terminado, pero hemos avanzado mucho. La música en directo nos ha devuelto la vida a más de uno. Las entradas a los conciertos se agotan en minutos y es que, sin duda, es algo de lo que más hemos echado de menos. ¡Hubo un día en que fui a dos conciertos la misma noche! Hacía tiempo que no corría tanto ja, ja. No os podáis imaginar todo lo que tuve que hacer para llegar del concierto de Rayden en la Plaza de Toros al de Antonio Orozco en el Malecón, me hice una media maratón. Pero sin lugar a dudas valió la pena. 

Los amantes del deporte también han vuelto a ver los campos llenos, el abucheo de los hinchas, la pasión del deporte visto desde el campo. La vuelta de los aficcionados a los recintos deportivos es otra alegría de esta ‘nueva normalidad’, y seguro que otras muchas de las que ahora mismo no me acuerdo.

Ojalá muy pronto esto se quede solo en un mal sueño; mientras, sólo nos queda disfrutar de la libertad que hemos ganado, pero también respetar la normativa más que nunca para que no demos pasos atrás. Porque necesitamos abrazos,¡yo quiero ya un abrazo chillao y que dure como mínimo veinte segundos. Y no es un capricho mío, es que cuándo un abrazo dura veinte segundos se produce un efecto terapeútico sobre el cuerpo y la mente. La razón es que un abrazo sincero produce una hormona llamada oxitocina conocida como la hormona del amor.

Así que ya sabéis, amigos que me queréis, necesito abrazos que me tranquilicen, me den felicidad, me ayuden a mitigar los miedos.Necesito muchos abrazos y es que los abrazos son maravillosos.