El pasado martes 13 de julio se conmemoraba el Día Mundial del Rock, una efeméride importante para cualquier amante de la música, en general y de este género en particular. Como nota histórica apuntaré que la fecha inmortaliza la realización, en 1985, de un megaconcierto de rock Live Aid (lo que se traduciría algo así como ayuda en vivo o en directo) simultáneo en las ciudades de Londres y Filadelfia para recaudar fondos con el propósito de paliar la crisis de hambre que soportaban países africanos como Somalia y Etiopía. A dichos escenarios subieron los mejores artistas y bandas del momento, desde Queen, U2 o The Who a intérpretes como Mick Jagger, Tina Turner o Paul MacCartney. Yo, que tuve un día bastante complicado, celebré la ocasión con un temazo de Queen que siempre hace que me venga arriba: Don’t stop me now e inmediatamente advertí la magia: cómo la vida, con banda sonora, es otra vida. 

Recuerdo una película, Begin Again, (Volver a empezar) en la que los protagonistas, Gretta (Keira Knightley) y Dan (Mark Ruffalo) ponen música a los míticos rincones y a la agitada vida neoyorkina, desde una azotea a una boca de metro, y todo se ve y se vive de forma diferente. Porque la música, muchas veces, pone la magia. ¿O tal vez sería la misma Casablanca sin ese melódico sonido de piano del viejo Sam? Tampoco cabe más nostalgia que la que recoge la escena de karaoke de Lost in traslation en la que Billy Murray interpreta, con voz quebrada, More than this, there’s nothing. Y qué sería de La, La Lan sin el maravilloso silbido del irresistible Ryan Gosling. La música pone el encantamiento, y en el caso de los enamorados del rock, también el movimiento, incluido el de caderas. 

Es por eso que yo quiero una vida con mucho Rock and Roll, no para vivir rápido, morir joven y dejar un bonito cadáver (frase atribuida erróneamente a James Dean, que en realidad la pronuncia Humphrey Bogart en Llamad a cualquier puerta) como bien podría resumir la trayectoria de muchas estrellas del rock, sino para vivir al ritmo frenético de este estilo musical, derivado de una mezcla de diversos géneros de música folclórica estadounidense, y llegar a la tumba derrapando después de ‘un buen viajecito’, como apuntaría el periodista Hunter S. Thompson. 

Y como, no tengo duda, habría hecho La Carrá, pues, sin duda, en su «para hacer bien el amor hay que venir al sur» hay mucho mucho Rock and Roll.