Es bastante posible que, cuando estas letras vean la luz, el intento de liberación cubana, salido del verdadero pueblo que sufre el hambre, la miseria, la pandemia y la tiranía, haya sido sofocado en sangre y desapariciones por el cuerpo de policía antidisturbios mejor equipado y más feroz, hoy, del planeta: el castrista. La pandemia, el uso de los hospitales para la nomenklatura gubernamental y la total ausencia de una infraestructura sanitaria digna de tal nombre, ha sido la espoleta de la bomba que empezó a formarse en el 59. Pero los cubanos han dicho: «¡Basta!». Y tienen dos gritos de guerra de liberación: «¡No tenemos miedo!» y «¡Patria y Vida!», éste último para oponerlo al macabro, siniestro y cainita grito de «Patria o muerte». Por patria, los Castro entendían gobernar ellos, los Castro. Gobernar sin oposición alguna, y con un comisario político en cada comunidad de vecinos.

La noche del domingo, junto a la final de la Eurocopa, veía uno por uno los mensajes de Twitter en los que los cubanos que quieren ser libres, prósperos y felices, inundaban el mundo de vídeos de manifestaciones en los pueblos y ciudades de Cuba, contra el Régimen Castrista. En uno de ellos vi cómo sacaron, entre vítores, a la Virgen del Cobre (al mismo modo en que los aragoneses sacaran a la Virgen del Pilar, ‘Capitana de la Tropa Aragonesa’, contra Napoleón) para que comandara la rebelión de ciudadanos, que quieren dejar de ser súbditos del Comunismo abyecto y falaz. Y es que en Cuba siguen teniendo mucho de españoles, cultural, religiosa y anímicamente hablando. 

Ojalá que me equivoque, y la policía haga causa con el pueblo, y se dirija a las sedes gubernamentales para derrocar el sistema generador de pobreza, pero manteniendo la riqueza de sus dirigentes. Toda la sociedad internacional sabe de los alardes de nuevo rico del hijo de Fidel, y en Venezuela, también saben de los miles de millones de dólares de la hija de Chávez. El comunismo, al prohibir la creación de riqueza única que existe, la de los particulares emprendedores, sólo reparte pobreza, miseria, hambre y enfermedades. Las clínicas cubanas están llenas de aparatos enrobinados de cuando Batista, y la asepsia campa por sus respetos. También la higiene. Y en las escuelas sólo se enseña la sumisión al Gobierno y al sistema, uniformando almas y cerebros. Hoy, la pandemia cabalga sin control, porque las autoridades impostadas no son capaces de adoptar actuaciones adecuadas. El poco dinero que hay, se va en policía, ejército y pagar a la nomenklatura castrista.

Pero, acabo; ojalá que pueda triunfar la involución social que expulse al fatuo, canalla y criminal régimen cubano. Ojalá.