Llevo muda una semana, no he sido capaz de decir nada. Siento rabia, impotencia y noto como si una olla a presión estuviera a punto de estallar. ¿No lo notan? No sé si ustedes perciben cada vez más los ataques, las pintadas, el rechazo a la raza, la religión, la condición sexual, las agresiones o apuntar con el dedo a unos u otros por lo que escriben o cantan. Estas noticias cada vez más frecuentes son insoportables de un tiempo a esta parte y me hacen comprobar cómo estamos retrocediendo como sociedad, cuando creía que habíamos avanzado en derechos y libertades. Ante cualquier ataque deberíamos condenar y defender la libertad y los derechos de todos por igual, sea el colectivo LGTBi, cualquier religión o raza, sin fisuras, todo el conjunto de la sociedad unida, pero por desgracia estamos muy lejos de ser una sociedad sana que trabaje por la igualdad y los derechos, dejando las ideologías a un lado.

He leído esta semana que se habla de políticas de señalamiento de la izquierda, mientras el Partido Popular es capaz de abstenerse en Europa a retirar fondos a Hungría por la ley que condena la homosexualidad, relacionándola con la pedofília y prohibiendo hablar en los colegios e institutos de la identidad de género, así como en los medios de comunicación. El único que rompía la disciplina de partido, González Pons, a quien desde aquí aplaudo. Esto va en contra de los derechos y valores que promueve la Unión Europea, discrimina a un colectivo por su condición sexual, no es política de señalamiento, es defender los derechos fundamentales y plantar cara a un problema cada vez más extendido en Europa por grupos radicales de extrema derecha y sus delitos de odio y violencia. No entiendo, señores del PP, porqué les cuesta tanto condenar la homofobia y al socio de Abascal en Hungría así como el brutal asesinato ocurrido hace una semana en A Coruña, a Samuel Luiz. Vuelven a estar en el lado malo de la historia.

¿En qué clase de sociedad nos estamos convirtiendo? ¿Qué nos está pasando? Me preocupan nuestros jóvenes, pensaba que habíamos superado la represión e intolerancia de otros tiempos. Pensaba que las nuevas generaciones habían superado los prejuicios del pasado. No voy a generalizar, porque quiero pensar que somos más, y son más los jóvenes que quieren una sociedad que respete y viva en igualdad. Pero no puedo dejar de denunciar las agresiones verbales y físicas de las últimas semanas, me ponen los pelos de punta y cada vez por desgracia son más frecuentes. Con motivo del Día del Orgullo, un chico de Donosti denunciaba un vídeo de unos conocidos suyos, que hablaban en una red social sobre a cuántos homosexuales serían capaces de matar cada uno en una pelea. O en Cataluña en las últimas semanas se ha llegado a las cien agresiones a homosexuales, bajo el lema «A la caza del gay», con un ataque cada dos días. Uno de los agredidos comentaba en su denuncia pública: «Nos apalearon como en La Naranja Mecánica», con la diferencia de que esto no es una película de Kubrick;por desgracia es la maldita vida real.

Samuel Luiz fue apaleado hasta la muerte sin poder denunciarlo. «O paras de grabar o te mato, maricón», así empezó todo; en ese momento recibe el primer golpe y acto seguido cae al suelo, sale corriendo, consigue escapar de su agresor tan solo 150 metros, cruza la calle y vuelven, son muchos, le rodean, trece, una jauría humana, y lo patean hasta matarlo. Mucha gente alrededor mira la escena sin hacer nada, teniendo que ser un chico de Senegal, Ibrahima, en España desde 2018, que quiere dedicarse al mar pero mientras le llega una oportunidad se busca la vida, el único que intentó salvar a Samuel de la tremenda paliza que estaba recibiendo, sin conseguirlo. Menuda lección les da Ibrahima, seres fascistas, tomen nota.

La Policía dice que no hubo motivación homófoba en el ataque, y espero que a Begoña Gómez Urzaiz, no le moleste que haga mías sus palabras escritas en La Vanguardia esta semana: «Lo que te llaman mientras te matan, importa. Cuántas mujeres no habrán oído ‘puta’ antes de morir».

Trece jóvenes, entre ellos dos menores, muy machitos y valientes, de A Coruña, nada de menas, ni inmigrantes como han pretendiendo los el estercolero moral del partido fascista, intentar colarnos. Mataban a Samuel al grito de maricón. Mataron a un chico en mitad de la calle y lo primero por lo que le insultaron fue por su condición sexual. Justicia para Samuel y su asesinato. ¿Qué más hace falta? Lo ocurrido es de tal brutalidad y gravedad que la sociedad ha de pedir justicia y encerrar a los culpables.

Auxiliar de enfermería, adorado por todos en la residencia de mayores en la que trabajaba, quería ser protésico dental. Ayudaba a su padre, pastor de un centro evangelista, donde guiaba a chavales de su edad en la fe y tocaba la flauta. Salió con sus amigas el pasado sábado a tomar algo y hoy lamentamos su muerte. Desde Beyoncé hasta Lena Headey ( Cersei Lannister de Juego de Tronos) pasando por la cantante sueca Zara Larsson y otros artistas internacionales han condenado y pedido justicia. La sociedad está conmocionada por lo ocurrido en Galicia a Samuel, mientras Isabel Díaz Ayuso, en el arranque de la legislatura en la Asamblea de la Comunidad de Madrid, durante una intervención se refiere a él como ‘el chico de Galicia’.

Qué importantes son los detalles, estos gestos de la derecha son un auténtico desprecio al colectivo LGTBi, y demuestran sentirse muy incómodos ante la defensa de los derechos y libertades, imagino que será porque sus socios de gobierno en lugares como Madrid o Murcia son el partido fascista que abiertamente no reconoce los derechos ni la igualdad para nadie que no sean ellos. Y no les basta con esto, les entregan la educación de nuestros hijos. Aterrador.

A raíz de este asesinato homófobo y cruel, leía esta semana en redes el testimonio de muchos chicos que han sufrido a lo largo de su adolescencia: violencia, agresiones e insultos al grito de maricón. El asesinato de Samuel ha sacado el miedo de los armarios, el dolor y el sufrimiento padecido en colegios e institutos durante años, la crueldad de aquellos compañeros que les señalaban catalogándolos de diferentes, ridiculizándolos y agrediéndoles. No han olvidado sus nombres y apellidos, ni nunca los olvidarán. El asesinato de Samuel ha sacado el miedo, sí, pero a la vez la rabia ante la intolerancia y las ganas de alzar la voz bien alto y plantarle cara a todos aquellos que no condenan cualquier ataque a las libertades e igualdad en esta sociedad.

¿Que para qué sirve el día del Orgullo? Es más necesario que nunca. El asesinato de Samuel nos ha devuelto el sufrimiento de madres diciéndoles a sus hijos que no vayan cogidos de la mano con sus parejas ni hagan ninguna demostración en público de su relación o amistad. Es triste que vuelvan a tener miedo. Y ante el miedo y la violencia lo único que podemos hacer es salir a la calle a exigir igualdad, respeto, reivindicar, condenar y pedir justicia.

A Federico lo mataron al grito de maricón hará 85 años el 18 de agosto. Hoy, allá donde esté, espero que tenga a la Carrá y a Samuel cerca, y nos den fuerzas a todos los que creemos en la igualdad y el respeto para seguir luchando por los derechos y libertades de todos.