De manera concatenada se han producido dos hechos relacionados con el transporte ferroviario de viajeros: Una concentración convocada por los sindicatos ferroviarios el 30 de junio en contra del cierre de las líneas clásicas regionales, Cercanías Lorca-Águilas y comunicación con Madrid por Cieza-Hellín-Albacete, y un Encuentro organizado por la SER, el 2 de julio, que bajo el título de Movilidad sostenible y fondos europeos nos ha traído la confirmación de la amenaza que justificaba aquella movilización, con un protagonista tan cualificado como el secretario de Estado de Infraestructuras del ministerio de Fomento.

Pedro Saura ha afirmado categóricamente que la vía con Lorca y Águilas y la salida hacia Madrid hay que cerrarla para terminar antes las obras, permitiéndose precisar que ‘van en serio’. El periodista le ha requerido y él se ha ratificado en lo dicho, alegando que para poder acelerar las obras y que la vía esté acabada lo antes posible, hay que cerrarla al tráfico. Para esto Fomento ha montado este costoso espectáculo bajo la capa de la SER, dejando claro que ahora en Fomento les han entrado las prisas, sin reparar en las afecciones que esta medida tendría en el deficiente servicio ferroviario regional que acaba de recibir el duro golpe de que las comunicaciones con Madrid han sido desviadas, bajo el marco ostentoso y elitista del AVE, a través de la Comunidad Valenciana, con un viaje un 25% más largo y más costoso que por las vías históricas regionales, hurtándole tal servicio a la Vega Media del Segura y Sur de Albacete (Blanca-Abarán-Cieza-Calasparra-Hellín).

EL CORREDOR MEDITERRÁNEO. Pedro Saura ha dejado claro que a Fomento sólo le preocupa el Corredor Mediterráneo, y ha traído un discurso triunfalista con el que pretende comprar el beneplácito de la ciudadanía, con promesas de modernización de los trenes ligadas al ancho internacional de la alta velocidad difícilmente creíbles por su largo tiempo de espera. 

Después de la experiencia de Granada con más de mil días sin tren cuando iban a ser cuatro meses, Murcia no puede permitir la supresión de ningún servicio ferroviario. Porque es perfectamente compatible la obra del Corredor y el mantenimiento de los servicios ferroviarios; si ‘doctores tiene la Iglesia’, ingenieros de caminos tiene ADIF, con competencia más que probada para resolver este pequeño aunque laborioso problema, como lo han afrontado en el tramo de acceso a la capital de la región y soterramiento de las vías. No entendemos las actuales prisas de Fomento cuando han tenido tiempo más que suficiente para haber previsto esta situación, con túneles y trozos de tendido ferroviario concluidos y abandonados durante años en el trazado Murcia-Almería. Cabe preguntase a qué presiones está sometido el ministerio, pero es evidente que los intereses de la región han sido aparcados en esta decisión, como evidente es que las primeras beneficiarias serían las grandes constructoras adjudicatarias de las obras, que trabajarían mejor sin el ‘estorbo’ de trenes ni viajeros. Como podría ser una maniobra ‘inteligente’ de algún estratega ministerial con la intención de que cuando los murcianos se acostumbren a ir a Madrid danto tumbos por la Comunidad Valenciana con un AVE que no es el nuestro, olviden que nuestra región tenía una línea ferroviaria histórica más corta y vertebradora de la misma, pero abandonada por la Administración. 

El trazado del viario a modificar para el Corredor Mediterráneo permite realizar desvíos o bypass en todo su recorrido. Tal vez el tramo más conflictivo sea un kilómetro escaso en Barriomar previo al Camino de Albadel, que ante una hipotética necesidad de corte ferroviario en este punto, los trenes en dirección a Alcantarilla-Lorca o Alcantarilla-Albacete podrían tener su salida y llegada en instalaciones ferroviarias que Renfe tiene en Murcia-Cargas (Nonduermas) o Alcantarilla. Todo ello mientras se realiza el subtramo El Carmen/Barriomar, tal como se ha realizado en la Fase 0 del Soterramiento, desde la Senda Los Garres a Santiago el Mayor. 

SUSPENDER Y SUPRIMIR. La sociedad murciana no puede dejarse engañar por una estrategia que pospone sus derechos a un ferrocarril social y sostenible suspendiendo sine die los escasos recursos que quedan vigentes de su red histórica. Ya nos cortaron el ferrocarril con Andalucía hace 36 años y ahora Fomento pretende suspender y suprimir de hecho el resto de la infraestructura ferroviaria, obligándonos exclusivamente a un tren elitista que nos lleva a Madrid por un trazado foráneo e impropio. 

CERCANÍAS. Los servicios de Cercanías han sido rentables para Renfe y rentables sociológicamente para la sociedad murciana con un volumen de viajeros que en sus mejores momentos llegó a tener cinco millones de usuarios, que por la mala calidad del servicio ha decaído actualmente a 1.200.000 viajeros, en su mayoría trabajadores, estudiantes o funcionarios. Es inadmisible que frente a una política de recuperación de usuarios, mejorando el servicio, Fomento plantee la supresión del mismo, con una alternativa de transporte por carretera absolutamente inviable con una carreteras insuficientes sobretodo en las horas de acceso a los servicios a los que se habría de acceder, laborales, culturales, sanitarios, etc.

En cuanto a la línea histórica, de vía única y sin electrificar, lo que es de esperar es su electrificación y duplicación para recuperarla como línea de larga distancia hacia Madrid con trenes modernos de velocidad alta, así como línea regional y/o de Cercanías que vertebraría las ciudades del Valle del Segura y Noroeste y nuestra hermana Albacete con Hellín en su entorno más cercano. Frente a esto Fomento nos ofrece su clausura sine die, con la pretensión subyacente de que a Madrid vayamos por Alicante y que Abarán, Cieza, Hellín… se olviden del tren. 

La concentración del 30 de junio, con cuya referencia iniciábamos este escrito, podría ser la primera de un ciclo de movilizaciones que a la vuelta del verano se retomaría, en defensa de los derechos de la Región de Murcia a no quedar como una isla sin trenes, para que deje de ser de una vez por todas la Cenicienta del Ferrocarril de la que se quejaba Jara Carrillo en 1925.

Para terminar no podemos asumir, como se está pretendiendo, que los logros de la lucha ciudadana por el soterramiento de la vías con una inminente desaparición definitiva del muro de las vías que dividía la ciudad se aproveche como contrapartida a la pretendida como necesaria supresión de los trenes para continuar el Corredor Mediterráneo. Sólo por una razón: no es necesario y Murcia se merece el esfuerzo pertinente.