E xiste la violencia de género? Es evidente que sí, pero hay quien lo niega. Desde la llegada de Vox al Congreso ha hecho de esta negación una bandera. Pero negar un problema no consigue que desaparezca; lo que sí consigue es que sea imposible ponerle remedio. Quienes niegan la violencia machista son cómplices necesarios de estos criminales a quienes llaman locos, casos aislados o violencia en general; violencia sin más, así, a granel, sin procesar, sin analizar.

Hay sujetos que exhiben carteles de Stop feminazis. Si creen que hay una única violencia, una violencia sin género, como ellos la llaman, ¿por qué no llevan un cartel que diga: Stop nazis? Dobles raseros por donde se les cuela la ideología rancia.

Negar la existencia de algo tan peligroso causa un daño que puede ser irreparable porque la realidad es tozuda como ella sola y no desaparece con ser negada. Reconocer un problema sirve para analizarlo, ponerle límites, combatirlo y finalmente erradicarlo. Lo contrario es dejar campo libre para que ese problema pueda manifestarse en cualquiera de sus formas (insulto, violencia, secuestro, violación, asesinato) de forma indefinida.

La violencia sin género es una opinión, opinión por cierto contraria a toda lógica y contraria también a principios y consensos nacionales e internacionales, es manifestarse en contra de nuestra legalidad vigente, habida cuenta los convenios y declaraciones internacionales suscritos por España que condenan la violencia de género como un tipo de crimen diferenciado y merecedor de una protección especial. No hay que olvidar tampoco que esa negación está fundamentada sobre premisas manipuladoramente falaces como lo son las denuncias falsas.

¿Por qué ese empeño en negar algo que es evidente? Está más que demostrado que hay un patrón que se repite: hombres que matan mujeres por el simple hecho de ser mujeres, para no perder el control sobre ellas que el patriarcado les concede. Y como hemos visto recientemente, hay aún una forma más refinada de violencia contra las mujeres, una que consigue que su dolor sea interminable: dejarlas con vida pero matar a sus hijos. Insistimos, ¿por qué negarlo, entonces? Admitir la evidencia de que existe una violencia específica contra las mujeres equivale a admitir que existe una desigualdad que propicia esa violencia; admitir esto último exige poner en cuestión todo el sistema, que es lo que ha hecho el feminismo a lo largo de toda su existencia. Admitir que existe la violencia de género tiene como conclusión final convertirse en feminista. Y ellos no van a pasar por ahí, porque quieren seguir ostentando privilegios y que las mujeres permanezcan en el plano de desigualdad donde han estado siempre. Por eso precisan coartadas mentirosas, como las denuncias falsas, por eso tienen que negar este tipo de violencia. Quienes aceptan la estructura de poder en la que los hombres son superiores a las mujeres son incapaces de ver o incapaces de admitir que existe una violencia específica contra ellas.

Ese disparate de reciente creación denominado violencia sin género nos haría volver atrás, a esa etapa en la que no se sabía cuántas mujeres morían a manos de sus parejas porque no se llevaba contabilidad de los feminicidios, a la época en que esos asesinatos eran catalogados románticamente con el calificativo de ‘crímenes pasionales’. Nos haría volver a tiempos en los que la maté porque era mía era un atenuante perfectamente válido.

No son monstruos, no son locos, no son casos aislados. Hay quien necesita pensar que son todo eso para alejarlos de sí (son monstruos, yo no lo soy, por tanto este problema no me atañe). Pero no es nada de eso, no infligen un daño aleatorio: es el machismo que mata con un patrón definido. Y pobres locos, por cierto, los enfermos mentales no merecen esa comparación.

Negar la violencia de género es rechazar todo lo que se ha hecho hasta ahora para proteger a las mujeres contra esa lacra, es dejar a las mujeres de nuevo desprotegidas frente a sus maltratadores, es darles la espalda como sociedad. Negar la violencia de género es violencia de género.