El Día Internacional del Orgullo LGBT ha venido precedido este año por algunos hechos que han vuelto a poner de relieve el difícil encaje de la homosexualidad en el mundo del fútbol. Primero fue la UEFA, anunciando la apertura de un expediente al portero alemán Manuel Neuer por lucir un brazalete arcoíris en los partidos contra Francia y Portugal, como gesto de apoyo al colectivo LGBT, que días después archivaban, ante las críticas desde diversos sectores políticos y sociales. Pero casi a renglón seguido denegaban —al considerarlo contenido político— el permiso solicitado por el alcalde de Múnich para iluminar el Allianz Arena con los mismos colores durante el partido de Alemania y Hungría, como protesta por la reciente aprobación de una ley del Gobierno de Viktor Orban que prohíbe hablar de homosexualidad en las escuelas o en prácticamente cualquier tipo de anuncios.

La actitud hipócrita de la UEFA no hace más que poner de manifiesto la de los integrantes del mundo del fútbol y los aficionados, a los que a lo largo de años hemos oído una y otra vez cantar a coro aquello de «Fulanito maricón» en los estadios (al propio Cristiano Ronaldo hace unos días). Como afirmaba la psicóloga Patricia Ramírez (El País, 27-I-2017), «haría falta muchísimos años de cambio educacional y de respeto por parte de la afición. ¿Cómo quieres que salga un profesional del armario y se tire al ruedo si unos simples padres en un torneo de niños son capaces de insultar e increpar a los niños del equipo rival?»

El propio Neuer y Mario Gómez fueron noticia en 2012 por animar a salir del armario a los jugadores homosexuales, y poco después (enero de 2014) lo hizo su compañero de selección Thomas Hitzlsperger, pero Hitzlsperger había anunciado pocos meses antes su retirada del fútbol profesional. La realidad de la homosexualidad en el fútbol sigue siendo a día de hoy la que expresaba el representante de un futbolista en la polémica telenovela argentina Botineras (2009-10) que abordaba el tema sin tapujos: «Todos nos damos cuenta que el Lalo te gusta [...] A mí realmente no me interesa lo que te pase con él, es por ti, no es un problema mío, es tuyo. Digo... no quiero un quilombo para resolver nuevo [...] Si abres la boca de más, os fuiste para siempre. Esto es fútbol, es algo que te estás olvidando. Mirá, cuando salís a la cancha todo el mundo sabe que te estás comiendo a un compañero de trabajo, todos sabemos de todo en el fútbol, pero la hinchada no te lo va a perdonar, porque no hay periodistas gays, no hay dirigentes gays, no hay jugadores gays, no existen los gays… ¿Soy claro?».