Pues no, no hablaré hoy de los indultos, y miren que esto da para una novela por entregas; sobre todo por la chacota que se traen con esto los de ERC, que han pasado de ser un partido serio a un partido donde sus líderes hablan movidos por las manos de alguien que vive en Waterloo. Así es que gente como Oriol Junqueras pueden pasar de publicar una carta defendiendo los indultos como la panacea para entrar en la normalidad de las relaciones Cataluña y resto de España, a declarar en Cataluya Rádio que «los indultos son un triunfo, pues muestran algunas de las debilidades del aparato del Estado», porque, según él, «el Estado intenta ahora protegerse contra las medidas abusivas que había tomado antes». Y todo esto sin que su cara muestre el más mínimo signo de vergüenza ante tanta incoherencia. Así es que como no es fácil aguantar tanta frivolidad, hablemos de cosas más serias y, sobre todo, más agradables, que no tienen nada que ver con el folklore político y sí con los sentimientos.

Y pensando en eso, en los sentimientos, he recordado que hace un tiempo, hablando de teatro, de actores murcianos por el mundo, alguien me recomendó que me fijase en las actuaciones de Pepa Aniorte, esa actriz nacida en Orihuela que llegaba a Murcia cuando no había cumplido los cuatro años, y que a partir de entonces decidía que ella era murciana. Pero, además, es murciana de acento, de amor por la comida y las costumbres murcianas. Tan murciana que, como hacia el aguileño Paco Rabal, en algunas trabajos suyos en televisión presume de esa procedencia utilizando ese léxico tan reconocible como zagal o zagala, follonero, bonico, una miaja, solanera y tantas otras expresiones que ella cuela en sus intervenciones, de vez en vez, para dejar claro de donde viene, y supongo que para sorpresa de los guionistas, a los que les viene bien la creatividad de Pepa Aniorte, que parece humanizar sus personajes con esa manera suya natural y espontánea de manifestarse.

Algunos, y algunas, estarán pensando que el ‘teatro’ de Junqueras es lo que me ha llevado a pensar en lo buena actriz que es Pepa Aniorte. Pues sí, pero también porque es bueno reflexionar sobre si valoramos lo nuestro, y yo creo que a Pepa no la estamos valorando suficientemente. Estamos acostumbrados a verla, sobre todo en series de televisión, pero quizás no nos fijamos lo suficiente en su buen hacer. Un buen hacer que todos los días pone de manifiesto en la serie Servir y Proteger, que se emite en La 1 por la tarde. Una serie que refleja la vida de una comisaría de un barrio del sur de Madrid, donde se intenta mostrar el lado más humano de la Policía Nacional.

Pero junto a esa comisaría se encuentra el Bar La Parra, establecimiento que regenta María, o lo que es igual Pepa Aniorte. Un personaje pleno de humanidad y que llama la atención por el saber hacer de esta actriz que decidió que si los de Bilbao ‘nacen donde quieren’, ella también. Y así se hizo murciana. Tan murciana, que como declaraba en una entrevista que en LA OPINIÓN hace un tiempo «en Madrid flipan conmigo cuando digo: las cervezas de limón me las bebo ‘rabiculás’, o: para esa pared me ‘aligencio’ una ‘lejica’. En Los Serrano me decían que me inventaba las palabras».

Por cierto, pensando en su trayectoria, viendo la de otros muchos actores murcianos que nos llenan de orgullo, sabiendo que la Escuela de Arte Dramático de Murcia está entre las más cualificadas de España, y teniendo una televisión autonómica, yo creo que sería el momento de escuchar a Pepa Aniorte cuando apuntaba todo esto e invitaba a esta televisión a producir ficción con actores y temas murcianos.

Pero, por favor, que no refleje la realidad que nos invade, eso no. Aunque pensándolo bien, la politica de esta tierra también daría para mucho: puro sainete.